Homofobia paramilitar en San Onofre

Mauricio Albarracín
27 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Adrián y Pedro eran los mejores amigos. Por eso no querían golpearse y de hecho no lo hicieron a pesar de los gritos del público. Contra su voluntad, Manuel y Guido también tuvieron que subirse a un ring improvisado a la orilla de la playa. Germán y Lucas fueron los últimos en pelear. Todos ellos fueron obligados a participar en una pelea de boxeo que se llevó a cabo durante una fiesta organizada por alias el Oso, uno de los líderes del Bloque Montes de María de las Auc. Era el día de la madre del año 2003 y los paramilitares se divertían humillando públicamente a este grupo de hombres gays en la vereda Alto de Julio de San Onofre (Sucre).

Como lo cuenta el informe “Vivir bajo sospecha” de Colombia Diversa, el grupo obligado a boxear fue seleccionado por Manuel, un hombre gay quien era cercano a los paramilitares. Al parecer las personas seleccionadas “habían salido del clóset” en el pueblo. Las personas fueron citadas a una reunión por alias el Oso quien les informó que “iba a haber una fiesta y que los necesitaba para animar al público”.  El líder paramilitar también les advirtió que “si alguno no llegaba no respondería por lo que le pudiera pasar”.

Los convocados fueron a la fiesta bajo la presión y miedo que ejercían los paramilitares. Adrián cuenta que “no había de otra, a uno no le tenía que parecer sino hacerlo” porque “esa gente tomaba represalias”. De hecho, Camilo, otro hombre gay convocado, no quería asistir a la reunión porque su familia no sabía de su orientación sexual. Luego de ser intimidado por el líder paramilitar, Camilo se vio obligado a contarle a su familia y esta lo ayudó a salir de San Onofre a la madrugada siguiente. Alias el Oso obligó a la familia de Camilo a entregar “una ternera y una caja de ron para la fiesta”.

El ring fue montado cerca al mar por el instituto de deportes de San Onofre que también proporcionó los guantes. Estas peleas de boxeo se desarrollaron en medio de burlas, rechiflas y gritos de los asistentes a la fiesta. Una vez acabaron las peleas, las víctimas de la humillación fueron llevadas de vuelta al municipio.

Este caso demuestra el desprecio de los paramilitares por las personas LGBTI y la represión cotidiana que tuvieron que vivir. El informe también relata las distintas formas de control social que ejercían los paramilitares en relación al género y la sexualidad de la población civil. Si bien las personas LGBTI no eran exterminadas, vivían “bajo mucha zozobra y miedo”, como le relató a Colombia Diversa una defensora de derechos humanos de la zona.

Los paramilitares obligaron a las personas LGBTI a vivir bajo el yugo de la humillación pública y la inminencia de la violencia. Este caso y otros muchos que aún se están documentando son la mejor prueba de que tanto el acuerdo de paz como su implementación deben tener un enfoque de género. Esto implica que los hechos de violencia contra la población LGBTI deben ser debidamente investigados y las víctimas deben ser reparadas. Pero sobre todo que debemos preservar estos hechos en la memoria histórica del país para no volver a repetirlos.

* Investigador de Dejusticia y activista LGBTI.

malbarracin@dejusticia.org

@malbarracin

 

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