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Impuesto a la muerte

Cartas de los lectores
05 de agosto de 2015 - 04:44 a. m.

Mientras meditaba sobre el impuesto a las herencias que el presidente Rafael Correa pretende imponer a los ecuatorianos, utilizando la mayoría de alzamanos sumisas con que cuenta en la Asamblea, se me vino de golpe a la mente el proverbio árabe que dice: “la muerte es un impuesto que pende sobre nuestras cabezas y no hay otra salida que pagarlo”.

Esta sentencia cae como anillo al dedo al relacionarla con este nefasto impuesto que se pretende imponer, como producto de algún desvarío que ha causado mucha ira en el pueblo, al colmo de insinuar que “está prohibido morir hoy”.
A propósito, cabe formular algunas preguntitas sueltas antes de que la muerte nos separe de este mundo cruel: ¿Se habrá dado cuenta el presidente que las consecuencias de este impuesto a la muerte nos empobrecerá a todos? ¿Habrán sospechado siquiera los asambleístas que si levantan la mano para votar están creando un impuesto directo al capital y reduciendo todos los incentivos al ahorro? ¿Acaso se habrá intuido que el ahorro y las inversiones son los motores del crecimiento económico? Y finalmente: ¿Habrán pensado los creadores de este impuesto a la muerte que cuando les llegue la hora de estirar la pata, es cuando más necesitarán la misericordia de Dios y el mismo ánimo con el que levantan la mano para votar, como para santiguarse? 
 
Raúl Córdoba Avilés. Quito.
 
 
La diversificación de las exportaciones
 
Colombia debió seguir trabajando en el impulso y fortalecimiento a las exportaciones de todo tipo, con toda la firmeza y constancia que, desde 1967 se había previsto, cuando se crearon importantes organismos de comercio internacional. Para el país es desafortunado que se empiece a decir, después de la grave crisis que se vive con la baja de los precios del petróleo, que vamos a iniciar una  cruzada para elevar las exportaciones, afirmación que nos indica que se había bajado la guardia al respecto.
Es grave para las naciones la dependencia de un solo producto de exportación, caso que nos sucedió en el pasado con el café, y hoy pasa con el petróleo, que ya representaba el 70% en la balanza comercial. Las autoridades  se equivocaron con el sostenimiento de la dinámica creciente de las exportaciones.
Lo grave del asunto es que el ministro de Hacienda “sigue viendo el sol en el grave aguacero” que se vive por la escasez de dólares, que traerá onerosos resultados para los componentes importados de la industria. 
Se les olvida siempre aquello de “tanto mercado como sea posible, pero así mismo, tanto Estado como sea necesario".
 
Rogelio Vallejo Obando. Bogotá.
 

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