Incendios forestales

Alberto López de Mesa
07 de marzo de 2019 - 06:14 p. m.

La ciencia ha desarrollado tecnología para armas que logran, desde un avión en vuelo, eliminar objetivos físicos o humanos, con extrema precisión; pero para controlar o sofocar incendios forestales, todavía los métodos siguen siendo rudimentarios: vaciándoles tanques de agua desde un helicóptero o con equipo típico de bomberos en tierra. Ningún método aún logra prevenir, y a veces, ni contener los efectos de un incendio forestal, como si la ciencia se prestará mejor para la aniquilación que para la protección de la vida natural.

El etileno, que es un compuesto químico presente en la vegetación, por ser tan volátil, altamente combustible, se hace inflamable en los veranos extremos; ante una colilla de cigarrillo, una hoguera mal apagada, un vidrio que haga el efecto lupa, chispa de motores, quemas incontrolables de rastrojo y también manos criminales, de vándalos pirómanos y de pandillas especialistas en deforestar, talando o quemando, parques y reservas naturales para robarse los baldíos y ocuparlos en cultivos ilícitos, ganadería extensiva, minería ilegal, rutas de narcotráfico y de contrabando.

Investigar y demostrar las causas de un incendio forestal es un proceso complejo y tedioso, de allí que los criminales incendiarios nunca son capturados y sus jefes, capos, gamonales o terratenientes, en total impunidad , proceden a robar e invadir los lotes quemados.

En el segundo semestre de 2018 el IDEAM denuncia el robo de grandes extensiones de tierra afectadas por los incendios forestales ocurridos en San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, la Sierra de la Macarena, Calamar y San José del Guaviare.

No se puede probar que los incendios forestales fueron provocados por los ganaderos, los mineros y narcotraficantes que hoy ocupan los baldíos quemados, pero este procedimiento ya es sintomático en varias regiones del país.

Los devastadores incendios que ha venido ocurriendo en la Sierra Nevada de Santa Marta, en inmediaciones de los departamentos César y Guajira, que arrasó literalmente con la comunidad Séynimin y arruinaron los pueblos Arhuacos y campesinos emplazados en Pueblo Bello y Sábana Crespo. Mientras escribo esta columna me entero que estos incendios ya están controlados y las comunidades damnificadas reciben como paliativo ayuda humanitaria de nacionales y extranjeros; pero se ha iniciado otra conflagración en el municipio de fundación Magdalena.

Las autoridades acusas las quemas de rastrojo que practican los indígenas ,como la posible causa de los incendios. Pareceré mal pensado, pero no puedo olvidar que en noviembre del año pasado se reunieron grupos económicos, ganaderos y finqueros de la región, exigiendo lo al gobierno de Duque que derogará el decreto que dejó el gobierno de Santos y con el cual se ampliaba la Línea Negra que protege las reservas naturales y los territorios de significado cultural para los pueblos indígenas. Alegaban que eran exagerada las medidas de protección a las reservas y que no pueden frenar el desarrollo industrial y agrícola de la región..

El modo como los grandes poderes económicos se apropian de baldíos en Parques Nacionales y reservas naturales se parece mucho a la práctica urbana de depreciación de lotes, para la posterior apropiación y valorización, lo que la socióloga inglesa Ruth Glass llamó “gentrificacion”. Más grave y violento es la usurpación que cumplen en las zonas rurales de Colombia gamonales de toda índole, porque para lograr sus perversos objetivos, han desplazado por la fuerza a comunidades indígenas y campesinas oriundas de las zonas, sean valido de la intimidación violenta, de la guerra y también, no lo dudo, de incendios forestales.

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