Incertidumbre mundial

Eduardo Sarmiento
25 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.

Las altas fluctuaciones bursátiles que se observan recientemente en los mercados internacionales son la manifestación más visible de los desajustes internos y la incertidumbre. La economía mundial no ha logrado recuperarse. Europa tuvo un respiro en el último año y decayó en el tercer trimestre. América Latina continúa estancada por más de cuatro años, con sus economías mayores en recesión. La excepción es Estados Unidos, que ha logrado recuperarse como consecuencia de la reducción de los impuestos, pero se ve enrarecido por el alza de la tasa de interés propiciada por la Reserva Federal y el desorden de la actual administración.

Los bancos centrales han perdido su capacidad para regular la economía por conducto de la tasa de interés; su eficacia es mucho menos que la de hace diez años. Aún más grave, el sistema mundial, por las intervenciones de los países mayores en los tipos de cambio y la política comercial, ha perdido transparencia. Los países emergentes están expuestos a fuertes desequilibrios que no son corregidos con alteraciones moderadas del tipo de cambio.

Los desajustes son especialmente críticos en América Latina, en particular en Brasil, Argentina y Colombia. No se cumple el precepto de que las balanzas de pagos son equilibradas por el sistema mundial de tasas de cambio flexibles y los países disponen de una amplia flexibilidad para emplear las políticas fiscales y monetarias para alcanzar la máxima capacidad y el pleno empleo. Los países no tienen más opción que aplicar políticas fiscales y monetarias recesivas para corregir los desequilibrios de la balanza de pagos. Existe un abierto conflicto entre la estabilidad de la balanza de pagos y la actividad productiva. Se regresó a mediados del siglo pasado, cuando las crisis de los países emergentes se originaban por deficiencias externas incontrolables.

La verdad es que el sistema de libre comercio basado en las ventajas comparativas no funcionó dentro de las premisas de la ortodoxia. Se esperaba que el experimento redujera las diferencias de estructuras productivas entre los países desarrollados y en desarrollo y tendiera a igualar los salarios. Por el contrario, las diferencias productivas se agravaron, porque los países desarrollados procedieron a especializarse en bienes altamente intensivos en capital físico y humano, y dejaron los bienes rudimentarios y los intensivos en recursos naturales por cuenta del resto del mundo. Así se observa claramente en el estudio reciente de la CAF, que muestra que la productividad del trabajo de América Latina se amplió con respecto a Estados Unidos. Lo que los países de la región obtienen por conducto del abaratamiento de las importaciones lo pierden por estructuras deficitarias que amplían las brechas salariales.

De hecho, en América Latina se plantea la necesidad de políticas comerciales industriales que subsanen la deficiencia del sistema mundial de tasa de cambio flexible. Hay que racionalizar y frenar el predominio de los sectores intensivos en recursos naturales y propiciar la expansión industrial de alta complejidad y demanda. La coordinación de este manejo con las políticas fiscales y monetarias permitiría alcanzar el balance externo entre el ingreso y egreso de divisas, al igual que el balance externo entre el ingreso nacional y el gasto, y sostener elevados crecimientos de la producción y el empleo.

En fin, el estancamiento de América Latina y su retraso con respecto al resto del mundo en los últimos cinco años obedece a resultados imprevistos de los bancos centrales autónomos y la globalización basada en las ventajas comparativas. La solución es un nuevo orden económico que les dé espacio a las políticas industriales y comerciales, y sustituya la autonomía del Banco Central por la estricta coordinación de la política monetaria y fiscal.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar