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Indicadores ambientales y desarrollo

Juan Pablo Ruiz Soto
18 de marzo de 2009 - 04:00 a. m.

LA CRISIS ECONÓMICA NOS HACE reflexionar respecto de las interacciones entre los países, y nos obliga a repensar el desarrollo y sus indicadores.

En los años 80 un indicador del nivel de desarrollo era el consumo per cápita de energía y se pensaba que la generación y el suministro de energía eran punto de partida para el desarrollo. Luego vino la era de la infraestructura y las comunicaciones, era necesario unir el país y desarrollar las comunicaciones en todas sus formas. El indicador síntesis del desarrollo era y es el Producto Interno Bruto, que asocia producción y capacidad de consumo. Luego, si se pretendía ser más sutil, se usaban indicadores como los años de escolaridad promedio y los niveles de acceso a la salud pública, el agua potable y la vivienda. En una carrera llena de obstáculos pero con metas iguales y definidas, todos los países se esforzaban en mejorar los mismos indicadores.

En el camino surgieron nuevos retos, como calidad del aire urbano, tiempo de transporte, basuras y aguas residuales. Incrementar el PIB generaba dificultades de manejo ambiental, y se establecieron relaciones entre calidad del ambiente, bienestar y costos sociales y económicos.

Un ambiente deteriorado genera costos. Para Colombia, según el Banco Mundial, en 2006 fueron equivalentes al 3,7% del PIB anual, con impactos principalmente en salud (cáncer y enfermedades respiratorias) y en productividad.

Los más importantes ajustes a los procesos de desarrollo se están dando en Europa, donde la gestión por un mejor aire, el desarrollo del transporte público, la disminución en el consumo de energía y la recuperación de los ríos, se convirtieron en propósitos gubernamentales. París y Londres son buenos ejemplos. Mientras, algunos países recorríamos un camino salvaje en la búsqueda de aumentar cuanto antes nuestro ingreso per cápita, sacrificando la calidad del aire, el manejo de las basuras y la calidad de las aguas residuales: São Paulo, Ciudad de México y Bogotá alcanzaron niveles de contaminación superiores a los de cualquier ciudad de Estados Unidos o Europa.

El caso más crítico en el mundo es China, donde cada semana se inauguraba una planta de energía eléctrica con carbón, y se construyeron miles de kilómetros de vías para la creciente masa de vehículos que permitía a los chinos cambiar su bicicleta por un auto. Hoy, la velocidad de circulación en las horas pico de las grandes ciudades Chinas es menor que hace 30 años y desde los pisos altos de un edificio no se puede ver a dos cuadras de distancia, pues el color negro del aire que respiran lo impide. Los costos asociados a la salud y el malestar que estos niveles de congestión y contaminación empiezan a generar, hacen que el gobierno chino esté repensando su camino al desarrollo: ha empezado a tomar medidas de gestión ambiental que hace 10 años menospreciaba.

Colombia está a tiempo de aprender de los demás para no repetir los mismos errores. Ojalá que en la próxima campaña presidencial se reflexione al respecto, pues mayor desarrollo no es sólo crecimiento económico, hay indicadores ambientales que determinan el bienestar. Debemos ajustar la estrategia de desarrollo y la crisis económica nos obliga a pensarla con sostenibilidad ambiental.

* El autor es economista con especialidad en manejo de recursos naturales en el Banco Mundial. Los puntos de vista aquí expresados son del autor, no representan ni pueden atribuirse a la entidad para la cual trabaja.

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