Notas de buhardilla

Ingenieros y/o negociantes

Ramiro Bejarano Guzmán
11 de noviembre de 2018 - 05:00 a. m.

Mientras las murallas de Cartagena permanecen en pie luego de varios siglos de construidas, a los ingenieros del tercer milenio se les cae todo.

En Medellín colapsó el edificio Space, causando la muerte a varias personas y provocando una grave crisis social a propietarios y ocupantes de ese conjunto residencial. Las obras de la peatonalización de la carrera 7ª en Bogotá tampoco han podido concluirse con éxito, por decir lo menos. Igual viene ocurriendo en el norte de Bogotá, pues en la carrera 11 con calle 76 hace varias semanas están adelantando una simple reparación que en cualquier parte del planeta habría significado un día y medio de trabajos. El megapuente de Chirajara en la vía Bogotá-Villavicencio, que nos mostraron en televisión como el más arrojado trabajo de ingeniería vernácula, se desplomó como una baraja de cartas. La pista atlética levantada en Cartagena, dizque poderosa para recibir a muchas personas, igualmente se derrumbó. Y qué decir de la catástrofe en la que terminaron las obras deportivas de Ibagué para los Juegos Nacionales. Eso sin olvidar que el esperado túnel de La Línea inaugurado en dos ocasiones por el “presidente eterno”, como van las cosas, podría tardar en construirse muchos años más. Algo parecido puede decirse de la ya deteriorada doble calzada Bogotá-Girardot, para solo mencionar unos pocos casos.

Y también hay pésimas noticias de la ingeniería extranjera. La última de ellas la proporciona el puente Hisgaura en Santander que iba a ser orgullo de la infraestructura, pero esta semana comprobamos que terminó encrespado y convertido en un acordeón. La empresa española Sacyr, encargada de ejecutar esta costosa obra, no ha podido justificar esta calamitosa construcción que parece una caricatura.

Me resisto a creer que nuestros ingenieros o los que vienen de afuera estén mal preparados. El mal no está allí, sino en el apetito desmedido de quienes dejaron de oficiar como ingenieros y han convertido los contratos de concesión con el Estado, por cierto multimillonarios, en un peligroso y temerario juego de banqueros y financistas más hábiles en diseñar tasas internas de retorno de sus inversiones que en entregarle al país carreteras, puentes y edificios seguros.

No están solos esos ingenieros, pues los acompañan batallones de abogados inescrupulosos que, desde las licitaciones, diseñan los pleitos contra el Estado. En efecto, estos piratas del litigio, a través de estratégicos tribunales arbitrales integrados por socios, amigotes y contertulios, obligan a las entidades públicas a resarcir los supuestos daños sufridos por el desequilibrio económico de los contratos, los cuales obviamente pagamos los contribuyentes. El caso de Odebrecht es patético, pues esta multinacional del soborno que abrió hasta las puertas de la “Casa de Nari” ha contado con profesionales del derecho bien conocidos no por sabios ni pulcros, sino porque andan medrando en la contratación estatal y en los tribunales arbitrales, no propiamente para que se haga justicia, pero sí como patrocinadores del saqueo al erario y para orquestar el pago de coimas a funcionarios del más alto nivel, sin que nada les pase.

Estamos muy lejos de haber entrado al siglo XXI. Seguimos en el atraso por cuenta de unos ingenieros peritos, pero en grandes negociados.

Adenda No 1. En 33 años de conmemoración del holocausto del Palacio de Justicia es la primera vez que un presidente no asiste. ¡Primero Maluma!

Adenda No 2. Desconcertante que en el proyecto de reforma a la justicia hayan suprimido el numeral final del artículo 175 de la Constitución, que prevé quorum calificado de dos tercios del Senado para destituir, entre otros, al presidente. De aprobarse esto, un mandatario podría ser destituido con mayoría simple. ¿Se propondrá, acaso, el Ministerio de Justicia destituir a Duque o retroactivamente a Santos?

Adenda No 3. Insólito el artículo aprobado en primer debate en el Senado, el cual establece que “la sola confesión de quienes se someten o pueden ser llamados a comparecer ante la JEP no podrá ser prueba suficiente para proferir condena en su contra”. Con esta perla es obvio que Gobierno y Centro Democrático no solo quieren pulverizar la JEP, sino favorecer indebidamente a sus aliados.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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