Intervenciones

Marcos Peckel
26 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.

Sobre la cuestión de intervenir para derrocar gobiernos las cosas no son ni blanco ni negro, algunas han resultado positivas, otras han sido un desastre. Varios son los factores, tanto operacionales, como políticos y sociales que influyen en el resultado.

Estados Unidos tiene a su haber más intervenciones que todas las demás juntas, especialmente en la época de la guerra fría, algunas a través de operación militar directa, otras promoviendo acciones de sabotaje, golpes militares o bandas armadas. En Guatemala y Chile los gobiernos populares de Árbenz y Allende fueron derrocados por militares apoyados por Washington dejando la experiencia chilena miles de desaparecidos y un trauma social que aún no ha sido superado y a Guatemala víctima de seguidilla de gobiernos castrenses y una insurgencia armada. En Nicaragua el gobierno de Reagan, “a sus espaldas” armó, financió y apoyó a la “contra”, contra el flamante régimen sandinista.

Las dos intervenciones militares más “limpias”, sin mayores secuelas y mínimo de víctimas se dieron en Granada tras el amotinamiento de militares de izquierda que asesinaron el primer ministro Maurice Bishop resultando en el restablecimiento de la democracia y contra Noriega en Panamá que condujo a la extradición del general a enfrentar cargos de narcotráfico.

La intervención de Vietnam en Camboya en 1978 acabó con el sanguinario régimen del Khmer Rouge. La Unión Africana logró salvar en 2017 la democracia en Gambia tras movilizar tropas y amenazar con intervenir contra el usurpador Yahya Jammeh. Ambas aparecen en la cartilla como positivas.

En tiempos recientes las intervenciones de Estados Unidos en Afganistán e Iraq para derrocar a los Talibán y Sadam Hussein y de la OTAN, previa aprobación del Consejo de seguridad, en Libia para sacar del poder a Muhamar Gadafi fueron una absoluta calamidad. Irak descendió a una guerra fratricida que dio origen a ISIS, Libia es actualmente un estado fallido, un Somalia en el Mediterráneo y en Afganistán la guerra aún no termina.

Una intervención militar en Venezuela sería posible únicamente con la participación de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de ocurrir, dudoso por ahora, el gobierno de Maduro caería en pocos días, no habría una oposición de la población a la intervención y fuera de algunas escaramuzas y enfrentamientos aislados , el ejército venezolano no opondría mayor resistencia.

Contrario a lo que dicen algunos “expertos” ni Rusia ni China intervendrían para salvar a Maduro, pues no tienen intereses estratégicos en juego y entienden que patio trasero es patio trasero. El problema, como en todas las intervenciones, comienza el día después; quien gobernaría Venezuela, quien coparía el vacío de poder, cómo constituir un gobierno provisional, cívico-militar, que antes de convocar elecciones tendría que comenzar la ardua y penosa reconstrucción económica y social de un país que yace en el fondo del abismo.

Intervenciones: muchas de cal, unitas de arena.

 

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