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Irán a cooperar con China

Eduardo Barajas Sandoval
06 de abril de 2021 - 03:00 a. m.

Un nuevo panorama se abre en materia de cooperación internacional con el protagonismo de China. Ya se sabe que los vencedores de la Segunda Guerra Mundial terminaron por organizar el mundo a su acomodo. Ello fue así no solamente en cuanto al diseño de la institucionalidad internacional, sino que los adalides del campo occidental se fueron quedando como artífices de las grandes operaciones, gerentes de las finanzas, y dueños de las condiciones en la apuesta por el desarrollo.

Desde entonces han tenido en sus manos las palancas y los botones del sistema financiero y se han reservado la condición de artífices, directos o no, de los principales emprendimientos. Esto significa que han sido ellos quienes deciden en qué dirección, y con qué objetivos, puede marchar la inversión. Además, son los que califican quiénes van bien y quiénes mal: quiénes hacen la tarea conforme a los rituales del sistema y quiénes no. Hacen negocios de talla mundial, inventan figuras de las cuáles salen siempre ganadores, y establecen sanciones a uno u otro gobierno, conforme a sus valores.

Desde diferentes campos se han expresado anhelos de que ese esquema pueda cambiar, pero parece inamovible y no ha abierto nuevos espacios. El que se ha ido contra la lógica del sistema termina estrellado contra un muro incólume. Entonces se ha dicho que, para que las cosas cambien, se necesitaría de un poder integrado al sistema, que sepa jugar el juego, y que por otra parte tenga suficiente músculo para obrar con una amplia dosis de autonomía, para que pueda hacer negocios por fuera del circuito. Un poder capaz financiar grandes proyectos de desarrollo, con capacidad científica y tecnológica y con agentes capaces de hacer cosas. En otras palabras, todo lo que hasta ahora ha hecho un círculo pequeño de países, de manera directa o a través del control de bancos u organismos especializados.

Numerosas interpretaciones se han dado a la afirmación del presidente Xi Jinping en 2017, en el sentido de que al comenzar una nueva era su país se encuentra cada día más cerca del centro del mundo. Vaya uno a saber exactamente lo que quiso decir en chino. La cuestión tal vez radique en establecer si la China de ahora está dispuesta a aceptar el orden mundial tal como es, o si considera que tiene un papel que jugar en el mundo del futuro con protagonismo que implique de hecho cambios en el esquema del liderazgo en la promoción del desarrollo.

En pocas palabras, el propósito de acercarse al centro del mundo parece reflejar la idea de que el mundo acepte varios centros de poder, dentro de los cuales debe figurar China, junto con los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y otro que puede ser India. Así, desde diferentes concepciones del poder político, se conseguiría una agenda mundial que no dependa de un solo centro.

La mejor demostración de que China está hablando en serio es que, en lugar de esperar a una improbable reforma de las instituciones internacionales promotoras del desarrollo, y a un cambio en la ingeniería de todo el sistema, se ha convertido, por su cuenta, en promotora de procesos de desarrollo en diferentes países que habrían tenido que seguir haciendo cola ante los templos actuales del poder. Ya aprendió, por su cuenta, que quien tiene poder lo usa de la manera más conveniente, sin pedirle permiso a nadie. Como lo acostumbran a hacer las potencias tradicionales. Y como ha realizado lectura adecuada de la situación en diferentes regiones del mundo, muchos países han visto en China una salida a problemas que por los caminos ordinarios habrían tardado no se sabe cuánto en hallar solución.

Dentro de ese contexto, los ministros de relaciones exteriores de Irán y China acaban de firmar un acuerdo de cooperación en materias económica, política y de seguridad, en desarrollo del cual China invertirá 400 billones de dólares en Irán a lo largo de los próximos 25 años. Los campos de cooperación incluirían desde la construcción de puertos y ferrocarriles hasta el desarrollo de tecnologías de la información, pasando por la atención en salud y el refinamiento del sistema bancario y financiero. La retribución principal, como es obvio, sería el suministro de petróleo iraní a precios favorables a los intereses chinos.

Ese acuerdo en particular, que para los chinos es uno más de los muchos que han suscrito, inclusive con países opuestos entre sí, ha llamado la atención por tratarse del acercamiento formal entre dos opositores de los Estados Unidos. Entonces, en lugar de advertir que se trata de un nuevo encuentro entre dos poderosas civilizaciones, se han puesto a hacer cuentas sobre la viabilidad del acuerdo, sobre la base de la capacidad iraní de manejar sumas astronómicas de dinero, y se advierte que China no ha invertido semejante cantidad en países muy solventes, como los propios Estados Unidos, Australia, el Reino Unido o Canadá, por lo cual el anuncio sería para algunos un canto a la bandera con simples pretensiones políticas aparentemente benéficas para los dos países.

Naturalmente ese acuerdo tiene implicaciones muy amplias, pues bien cabe preguntarse qué tanto China mantendría su capacidad, y su interés, en ayudar a controlar la conducta de Irán en materia de desarrollo nuclear. Asunto sensible no solamente en el contexto del balance de poder militar en el Medio Oriente, sino que objeto del Plan de Acción Integral Conjunto, firmado en 2015, del cual China forma parte con los demás miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, además de la Unión Europea y Alemania. Acuerdo del que el presidente Trump retiró a los Estados Unidos, pero que sigue siendo crucial.

Puesto aparte el ingrediente nuclear, que no forma parte del acuerdo entre China e Irán, conviene resaltar el avance indudable del modelo de alianzas en busca de propósitos de desarrollo por fuera de los circuitos tradicionales dominados por los Estados Unidos y las instituciones diseñadas para tales fines, como el Fondo Monetario Internacional. No es un secreto que, con la realización de acuerdos de ayuda al desarrollo, que también ha suscrito con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, China fortalecerá su presencia y su influencia en el Medio Oriente, como lo ha hecho a lo largo de la antigua Ruta de la Seda y de versiones contemporáneas de la misma que abarcan otros destinos. A lo cual hay que agregar la arremetida de inversiones chinas en todo tipo de empresas en diferentes continentes.

Para no salir del campo del desarrollo, indudablemente la condición de benefactora le dará a China por un tiempo amplio margen de reconocimiento y apoyo en muchas instancias, por parte de los países beneficiarios de las “Asociaciones estratégicas integrales” que ha suscrito. Así suele suceder en los primeros tramos de las relaciones entre prestamistas y deudores. Relación que inevitablemente puede llevar a nuevas exigencias y ajustes de cuentas que de vez en cuando conllevan diferencias que en algunos casos desembocan en resentimientos mutuos. Todo esto se verá reflejado en diferentes instancias de las instituciones y las disputas políticas internacionales.

Por el momento, tal vez lo importante sea que se ha perfilado una nueva forma de cooperación para el desarrollo. Y es claro que, si no se hacen esfuerzos para diseñar mejor el sistema hasta ahora imperante, sin meterle tanta ideología y buscando puntos de convergencia entre otros con el presidente Xi, el mundo seguirá en una especie de carrusel desordenado en busca de soluciones. En todo caso, mientras eso se define, cada vez más países irán a cooperar con China.

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Atenas(06773)06 de abril de 2021 - 05:15 p. m.
Interesante columna q' mucho ilustra sobre cómo se mueven los delicados hilos de poder en el mundo mientras el grueso de las naciones no pasamos de ser simples marionetas en este macabro juego. Hoy, la exuberante China es la fulgurante niña bonita del paseo. Y la mayoría quiere yacer con ella.
Contumaz Apostata de la Dextrocardia(likt7)06 de abril de 2021 - 03:45 p. m.
Admirables su determinación y disciplina...no veo por qué deben seguir el paradigma económico actual...mejor, comience a aprender mandarín.
Mar(60274)06 de abril de 2021 - 11:57 a. m.
Mientras EEUU utiliza la violencia y el abuso, China utiliza el cerebro. Muy bien por China.
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