Jesús de Palestina, así como pudo ser

Arturo Guerrero
19 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

Tras dos mil años de fulgor universal, la búsqueda de Jesús tal como realmente existió está en furor. Pasaron 17 siglos de modorra hasta cuando en el XVIII Hermann Samuel Reimarus, profesor alemán de lenguas orientales, comenzó este estudio desde perspectivas puramente racionales. Inauguró el método histórico-crítico que desde entonces ha escandalizado a muchos y apasionado a otros.

Uno de estos últimos es un sociólogo colombiano, exprofesor de la Universidad Nacional, posgraduado en varias universidades inglesas y norteamericanas, y autor de varios libros sobre historia política y cultural de Colombia. Penguin Random House, en su sello Debate, acaba de publicar Jesús: la historia alternativa, tomo de 400 páginas en el que Carlos Uribe Celis se adentra en el espinoso asunto.

Le costó años, décadas de exploración en su biblioteca apretada en anaqueles de una vasta habitación de su casa en el barrio Colombia de Bogotá. El fruto es apabullante: un recorrido por cuatro mil años del pasado de Israel, para ubicar al personaje en sus múltiples coordenadas.

¿Cómo eran los contemporáneos de Jesús? ¿Qué bullía en sus cabezas? ¿Qué expectativas guardaban con relación al futuro de su pueblo?

Las principales fuentes de esta historia son los cuatro evangelios. Pero estos se escribieron varias décadas después de que su protagonista desapareciera de Palestina. Y es evidente la influencia de Pablo de Tarso en el texto del más antiguo de ellos, Marcos. De modo que el manantial sobre Jesús histórico está influido por las ansias proselitistas y las inclinaciones platónicas de quien fue definitivo en la consolidación de una iglesia.

Uribe Celis, quien se apoya en la sociología comprensiva de Max Weber y en los estudios del teólogo Rudolf Bultmann, se cura en salud: “Reconociendo el derecho inalienable de todos a profesar una fe, discutir la investigación histórica con fe no es pertinente ni benéfico para la historia ni para la fe”.

Aferrado, entonces, al rigor de su ciencia, procede a desgranar una serie de hallazgos pasmosos. José y María no fueron padres biológicos sino adoptivos de Jesús. Casi nada se sabe de su infancia, juventud y primera adultez. Su esmerada cultura y su dialéctica argumentativa no se explican desde el estrecho marco de Galilea. Las obtuvo en largos viajes a Egipto, Siria, Persia e incluso a Cachemira en la India.   

El entorno de su vida pública era hiperreligioso, la gente se interesaba por   variedad de cultos venidos del Oriente Medio. Muchos de ellos aguardaban mesías y de hecho aparecieron varios de ellos. Los magos eran populares, hacían prodigios, Jesús fue considerado uno de ellos.  

No murió en la cruz, fue descolgado por seguidores que lo ungieron con aceites y plantas medicinales. Se recuperó, se presentó ante sus discípulos, se marchó a reunir con los exiliados de las diez tribus extraviadas de Israel. Uribe Celis es cauteloso frente al producto de su estudio: “Quizás haya una que otra originalidad de base. Si esto fuera así, sería un logro extraordinario en un tema que lleva dos mil años de tratamiento. Que juzguen los lectores”.  

arturoguerreror@gmail.com

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