Publicidad

Job y el árbol de la vida

José Fernando Isaza
01 de febrero de 2012 - 11:00 p. m.

El instinto de conservación del tiempo sugería no ver la película de Terrence Malick. Se oteaba un cierto tufillo de autoayuda. Los premios que había recibido y la buena crítica de Ricardo Silva, mi orientador cinematográfico, me hicieron caer en la tentación.

En los primeros segundos hay respiro de alivio, se inicia con un versículo del libro de Job, en el cual el Dios de Abraham, en lugar de explicarle a su criatura por qué lo hace sufrir lo indecible, lo increpa y lanza un discurso sobre la cosmogonía. El libro de Job —me refiero al del relato bíblico y no al visitante habitual de la Casa de Nariño— es uno de los textos más interesantes del Antiguo Testamento. Al igual que las otras religiones del cercano oriente, en la judía coexisten el Dios del bien y del mal. En varios pasajes bíblicos aparece Satán, sólo en el libro de Job éste dialogó con Dios. La expulsión de los cielos del diablo no está narrada en la Biblia, por lo cual coexisten las personificaciones del bien y el mal.

Dios habla de tú a tú con Satán y deciden hacer una apuesta sobre el nivel de sufrimiento que resiste un hombre antes de increpar a Dios. La primera regla de juego es que se puede destruir todo el patrimonio y las familias de Job, pero él no puede ser tocado. La apuesta la gana Dios. Job ante la adversidad dice: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”. Se concierta otra apuesta, se acepta un mayor castigo: “Ponle la mano encima, hiérelo en la carne y en los huesos y te apuesto a que maldice tu nombre”. Jehová sólo pone una restricción: “Haz lo que quieras con él, pero respétale la vida”. Job se cubre de dolorosas llagas. Increpa al Señor y le pide explicaciones, en varios versículos afirma que prefiere no haber nacido o haber muerto al nacer. Se deduce con claridad quién gana la apuesta, el Señor dice: “Quién es ese que denigra de mis designios con palabras sin sentido”. Job acepta por temor los argumentos: “¿Quién me hará frente y saldrá ileso?”. No hay una escena final entre Satán y Dios. Es interesante anotar que en el poema de Rafael Pombo La hora de tinieblas, plantea como un mal menor la no existencia. “Si en la nada estaba ya, ¿por qué salí de la nada? ¿A execrar la hora menguada en qué mi vida empezó? ¿Por qué vine yo a nacer? ¿Quién a padecer me obligue? ¿Quién dio esa ley enemiga de ser para padecer?”.

Estos conceptos no se desarrollan en la película. Por el contrario, hay una sucesión de imágenes parecidas a las que envían los amigos por internet en que muestran paisajes y personas bellas; que evocan la publicidad de un banco colombiano, o de una productora de gaseosas.

No desarrolla el tema del fanatismo religioso en algunas comunidades de los Estados Unidos.

Buena parte de la película está hecha de imágenes retocadas de la Nasa, el impacto del Shoemaker con Júpiter, la galaxia Cabeza de caballo, la fase de la Tierra vista desde el espacio. Otras parecen tomadas de unos buenos programas de Natgeo. Las críticas dicen que quiere recrear la vida desde el Big-bang hasta los años 60 en Texas. Es una película empalagosa y pretenciosa que será un éxito comercial. Al final queda una sensación similar a la resultante de comerse una caja de arequipe y pasarla con un frasco de miel de abejas.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar