“Jogo bonito”

Hernán Peláez Restrepo
24 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.

El periodismo brasileño, tan apegado en su momento a la poesía que se aplicaba en el fútbol de antes, el de jugar bien primero y después ganar, escogió como su símbolo a Didí. Waldir Pereira era su nombre, y su calidad como jugador organizador, lento y pensante también le otorgó el título del Príncipe etíope por su elegancia. Por supuesto que Didí perteneció a equipos como Fluminense y Botafogo, especialmente, en los que tuvo geniales compañeros como Garrincha y Nilton Santos.

Este prólogo lo hago para incursionar en el fútbol de hoy, tan diferente, especialmente por razones económicas y de mercadeo. Sería injusto no recordar para las generaciones de hoy que disfrutaron la genial escuela de fútbol de Barcelona. Cómo olvidar ese grupo genial en el que estaban Xavi, Iniesta y Messi.

Hoy, en nuestras finales, es casi utópico pedir equipos de buen juego y producción. Se juega al error del rival, que también es válido, y se lucha y corre más que pensar en llenar los ojos del público en el estadio o frente a un plasma.

Hace poco vi un excelente juego del Tolima en casa, goleandto y jugando como quisiera siempre al Cali. El segundo tiempo de Júnior-Nacional en Barranquilla ofreció pasajes para el local de buen juego, hilvanado, coordinado y aplaudido. Nadie espera hoy, y ahí está la diferencia con antaño, observar grandes ejecutorias o muestras de gestos técnicos de altura. Ganar es la razón exclusiva de ser, además el dinero y los premios disculpan la forma de jugar.

En esta edición de Copa Libertadores, que concluyó ayer, los equipos colombianos recibieron en dólares sumas importantes. Júnior y Tolima de a US$3 millones cada uno, Nacional algo más de US$1 millón y Medellín US$500.000 y monedas. Eso es lo que vale un cupo a Copa, más a la Libertadores que a la Sudamericana. Así se puede aplicar aquello de que el fin justifica los medios.

Los cuadrangulares dan para todo. La confusión de Juan Carlos Osorio en la construcción de su equipo, el choque del Tolima ante el Cúcuta en dos juegos seguidos, la recuperación de Júnior, en la que Teo Gutiérrez resucitó. El descenso en juego colectivo del Santa Fe, sin que eso le reste opción para ganar su grupo. La cantidad de jugadores jóvenes con los cuales Cali dará pelea hasta el final. La irregularidad de América y la aplaudida campaña de Alianza Petrolera.

Triste sí la forma como el Medellín despidió a David González, un arquero con títulos encima, madurez y liderazgo. Raro me pareció que Aldo Bobadilla, quien fue arquero, haya dado su consentimiento para la salida. ¿O lo harían a sus espaldas?

Finalmente, todos tenemos días buenos y malos, pero los árbitros nuestros viven más en los malos. Un juez de apellido Gallo parece estar pensando más en cómo aplicar el VAR, pues ya lo hizo en juegos de Copa. O tiene mala suerte, o le falta preparación, o sabe teoría y nada más, y se refugian en las tarjetas amarillas. Y ante reclamos de jugadores por faltas claras no sancionadas: “no la vi”.

 

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