La brecha

Hernán Peláez Restrepo
18 de enero de 2020 - 04:25 p. m.

Ya va a comenzar un nuevo torneo para el fútbol profesional. Es el momento de esculcar en las nóminas de los equipos cuáles novedades, atractivos y maniobras han hecho los invitados a la fiesta que continúa contando con el apoyo de los hinchas, para lo cual bastaría ver cómo respondieron en las jornadas amistosas del evento montado por ESPN en Bogotá. Excelente promedio, por encima de los 28 mil espectadores. En ese sentido la ilusión y las ganas de ver fútbol permanecen.

Diría que las tres más importantes figuras para atizar el fuego y la emoción han sido Miguel Ángel Borja, Adrián Ramos y Andrés Andrade. Por supuesto que Júnior de Barranquilla lidera en aspiraciones, por su conformación, casi que exuberante, pues dispone prácticamente de dos equipos.

América y Nacional siguen la fila. Tiburones y verdolagas tienen respaldo económico casi que inalcanzable para el resto de competidores. Aunque ambos, no hace mucho, cometieron pecados en la traída de jugadores del exterior. Matías Fernández resultó un fiasco a altísimo costo para Júnior y un grupo de argentinos vino con pocos pergaminos a Nacional. Con los días se constituyeron no solamente en carga laboral, sino en decepción. Monetti, Castellani y Braghieri costaron un ojo de la cara, sin aporte alguno. Menos mal negociaron a Monetti e intentan recuperar a Braghieri como inversión, pues su paso por México tampoco fue rentable.

Esto para decir que con solo dinero no se arman buenos equipos. Esto se logra con el compromiso que cumplan a cabalidad los jugadores, no solamente exigiendo derechos, sino atendiendo deberes y obligaciones. Primero deben ser buenos jugadores, con fundamento técnico y deseos de progresar.

La brecha es cada vez mayor entre el reducido grupo de aspirantes al título y el resto de equipos, amparados por el conformismo. Ese grupo, la mayoría, está en plan de cobrar beneficios por derechos de televisión y conseguir patrocinios. Que luzcan bien en el campo parece ser secundario.

Para muestra un botón, Álex Castro jugó un amistoso con el Cali y enseguida manifestó su interés de irse al exterior. Menos mal para el Cali y Alianza Petrolera su paso al Cruz Azul mexicano dejará en las arcas de cada uno casi un US$1 millón. Este ejemplo es el reflejo del pensamiento mayoritario: vender y transferir jugadores, sin interesar mucho el puesto en la tabla.

El asunto es tan serio, que hay equipos en la B, como el Quindío, resignados a sobrevivir, sin aspiraciones serías de retornar a la A. Nóminas baratas y en el balance, no maquillado por supuesto, los ingresos son más altos por la TV, la exención de impuestos municipales, los bajos arriendos de estadios, etc. En eso el Cúcuta y su dueño, Cadena, “son un ejemplo patético”. Si no les paga a los jugadores sus salarios y a los cuerpos técnicos, mucho menos al municipio. Por eso amenaza, sin responder por la deuda, con llevarse el equipo a otra ciudad. De concretarse esto, sería una sinvergüenzada con la bendición de la Dimayor, entidad también acosada por la exigencia de todos, ante la promesa incumplida de billete proveniente de negocios de señal para la TV del exterior.

La brecha cada día es más palpable. Júnior, Nacional y América están adelante en construcción de equipos para ganar. Andrade, Adrián Ramos y la pareja “Boteo” en Júnior (antes era “Chateo”) son las más visibles incorporaciones del fútbol colombiano. El conformismo rige para más de un equipo, pero los hinchas siguen con la ilusión y los deseos de gritar goles.

 

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