La caja de Pandora

Catalina Ruiz-Navarro
13 de diciembre de 2018 - 08:20 a. m.

“En Colombia no hay asesinatos sistemáticos a líderes sociales, sí es un fenómeno recurrente en algunos sectores del país, a causa de grupos al margen de la ley”, dijo la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez Castañeda, durante un evento en Cartagena que celebraba los 70 años de la declaración de los derechos humanos. Gutiérrez nos da una razón más para no celebrar el gabinete paritario del presidente Duque, con una mentira abiertamente cínica, especialmente por su contexto.

Pero esta mentira es el discurso oficial del Gobierno, la escucharemos repetida en muchas voces, tonos y contextos, y de seguro será la columna vertebral de la nueva televisión pública, cuyos contenidos serán estrictamente controlados y hasta producidos por el Gobierno. Por eso les urge tanto la Ley de Convergencia, que les permitirá llegar a los rincones del territorio nacional con sus mentiras contrafácticas. El Gobierno viene a decirnos que el azul del cielo es rojo, y sabe que para que le creamos es necesario taparnos los ojos para que no tengamos un mecanismo de contraste.

El Gobierno no ha querido ocultar su hipersensibilidad a la crítica periodística, ya se le está haciendo costumbre a la vicepresidenta tomarles fotos a los artículos que no le gustan en su periódico de la mañana para tuitearlas y ponerles oficio a los bots uribistas; y ya empezaron a salir del aire los programas con una postura crítica, como Los puros criollos, presentado por el periodista Santiago Rivas, que fue retirado del aire luego de que Rivas criticara la Ley de Convergencia en un capítulo de La Pulla. No es extraño que comiencen por el humor, que es lo más peligroso para el Establecimiento, si no, que lo diga Jaime Garzón.

Una de las estrategias infalibles que mantuvo al PRI gobernando México por más de 70 años es su sutil y efectivo control de los medios de comunicación (a través de la publicidad oficial) y de máquinas de propaganda como Televisa que, de forma sistemática, le embute el discurso oficial a la ciudadanía. El PRI contaba con generaciones de intelectuales, poetas como Octavio Paz y humoristas como Cantinflas, entre sus paladines. Humoristas de ultraderecha (panistas) como Chespirito, tan celebrado en Suramérica, se dedicaron durante años a entretener y dormir a las audiencias, mostrando formas románticas de la pobreza y totalmente acríticas frente al gobierno. Privilegiar a los productores de contenidos oficialistas es una fórmula eficiente y probada por izquierdas y derechas totalitaristas, si no, que lo digan Chávez y Maduro.

Este Gobierno nos está mostrando sus cartas porque puede, tiene tal concentración de poder que no tiene necesidad de perder su tiempo con sutilezas. Por eso, la última portada de Semana es una hiper masculinización de Duque en una ilustración (no había otra manera) tan absurda que, si no fuera por el titular tan indulgente, podría pasar por una parodia. El plan es recitar su rosario de mentiras hasta que toda la ciudadanía pueda repetirlas al derecho y al revés y de memoria. La estrategia puede funcionar, sin duda, pero también nos subestima como ciudadanía, como consumidores y como audiencia, pues una y otra vez, la humanidad se ha mostrado ingeniosa y crítica hasta en los contextos más controlados. Esa chispa de humanidad irreducible es el comienzo de nuestra resistencia política.

@Catalinapordios

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