La carrera de las ayudas en Nepal

Santiago Villa
05 de mayo de 2015 - 03:52 a. m.

Las ayudas a Nepal revelan la posición estratégica de esta nación en los juegos de poder geopolíticos entre China, Estados Unidos e India.

El terremoto en Nepal no ha sido sólo una catástrofe natural, sino también un evento geopolítico. China, India y Estados Unidos han entrado en una carrera de ayudas, que si bien es conveniente para una población que debe lidiar con las consecuencias de un terremoto devastador, revela los complejos juegos de poder en los que debe moverse la pequeña nación asiática.

El primer país en enviar un equipo de rescate fue India, que despachó a 300 rescatistas y expertos a pocas horas del primer temblor. El día siguiente China envió a 62 por vía aérea, que a la fecha han aumentado a más de 200, y prometió más de 6,5 millones de dólares en ayudas materiales. Estados Unidos envió también a un equipo de rescatistas y 1 millón de dólares en ayudas materiales, con la promesa de 10 millones adicionales. También han enviado marines y aviones Osprey de hélice desde Okinawa.

Las ayudas humanitarias otorgadas por los estados no siempre son el resultado de los mismos impulsos altruistas que, en los casos más nobles, motivan a los individuos. Nepal limita con la Región Autónoma de Tibet, en China, y en el país viven 20.000 refugiados tibetanos que para el gobierno de China constituyen un potencial problema de seguridad. Los movimientos pro-independencia para el Tibet han sido enérgicamente combatidos dentro de China desde 1950, cuando la China comunista incorporó al Tibet a su territorio.

Desde la frontera con Nepal operó durante las décadas de los 50 y 60 un grupo paramilitar que recibió financiación de la CIA, como parte de un programa de 1,7 millones de dólares, creado por la agencia de inteligencia estadounidense para contrarrestar la influencia de China, y que también financió actividades del actual Dalai Lama, cuando éste apoyaba la independencia de Tibet.

Richard Nixon puso fin a este programa cuando comenzó a buscar acercamientos con China durante su gobierno (1969 - 1974). Aunque las tensiones entre China y Estados Unidos, por supuesto, han disminuido considerablemente desde entonces, la República Popular ve a Nepal como una posible plataforma que Estados Unidos, u otro país, puede volver a utilizar para operaciones de desestabilización.

Al tiempo que durante la última década China aplica con cada vez más éxito su política del "poder blando", la República Popular ha logrado que la represión en Nepal a los movimientos pro-independencia la ejerza el mismo gobierno de Nepal. Los lazos comerciales y ayudas a infraestructura, entre las que se halla un proyecto de ferrocarril que llegaría a conectar a Katmandú con Lasa, capital de Tibet, que a su vez está conectada por tren a todas las grandes ciudades de China, y que implicaría cavar un túnel a través del monte Everest, son zanahorias que han motivado el compromiso por parte de Nepal de vigilar muy de cerca a los refugiados tibetanos.

El año pasado el congreso de Nepal prohibió a los refugiados celebrar, incluso de forma pacífica, el fracasado levantamiento del 10 de marzo de 1959 contra China, financiado por la CIA y que motivó el exilio del Dalai Lama en India.

India, el otro gran poder emergente de Asia, por su parte mantiene una campaña por acumular influencia política en la región, y está un tanto rezagada con respecto a China en países que, como Nepal, considera sus "patios traseros".

Entretanto, en Nepal no se critican estas ayudas humanitarias, a pesar de que se sepa que serán temporales y que están motivadas también por intereses políticos.

Las críticas de la opinión pública están más dirigidas al gobierno de su país, que perciben ha puesto trabas al, por ejemplo, no modificar las políticas de aduanas para agilizar la entrada de las ayudas materiales. También se han volcado contra la cobertura hecha por los medios de India, que consideran ofensivamente amarillista, al punto de crear el hashtag de Twitter #GoHomeIndianMedia.


@santiagovillach
 

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