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La carta de Maduro en política exterior

Columnista invitado EE
07 de enero de 2015 - 02:00 a. m.

En 2014, Óscar López Rivera completó 33 años privado de la libertad en Estados Unidos. Su condena se basó en conspiración sediciosa, según la decisión de la justicia estadounidense.

Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico (FALN), de las que hacía parte López Rivera, luchaban por la vía armada para conseguir la independencia de esta nación, asociada a Estados Unidos desde 1952. De allí que se lo considera como un prisionero político.

Este es el personaje por quien Nicolás Maduro ofreció canjear al opositor venezolano Leopoldo López. La decisión del gobierno venezolano sorprende, no sólo por la poca probabilidad de que Washington acepte, sino porque se creía poco en el conocimiento de temas regionales del presidente venezolano. No obstante, al menos dos objetivos aparecen en el tablero del régimen socialista con un anuncio que algunos no dudarían en calificar de extravagante.

Maduro busca, en primer orden, posicionamiento en el plano regional. Luego de un año complejo para la política exterior venezolana por el aislamiento como producto de la crisis interna, Caracas necesita de un tema que lo visibilice como líder regional. Ya había conseguido el asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (como miembro rotativo), pero la deuda de Maduro en política exterior persiste, pues su antecesor hizo del tema uno de los terrenos más abonables de la revolución bolivariana y hoy socialista.

Por eso la necesidad de confirmar a Venezuela como vocera de un tema regional, luego de que Barack Obama sentenciara el aparatoso comienzo del fin del bloqueo a Cuba. Con la decisión del mandatario estadounidense se va agotando paulatinamente una de las reivindicaciones latinoamericanas que Caracas había intentado abanderar. Esto no implica, por supuesto, que vaya a haber una normalización de relaciones entre La Habana y Washington en el corto plazo, pero en el ámbito de la retórica, el clamor a favor de Cuba será menor.

En segundo término, Maduro intenta despejar las críticas en el seno del chavismo por un tema en el que se lo acusa de debilidad. Se especula que algunos colectivos (grupos que según el Gobierno fueron creados para promover la democracia y defender la revolución, pero a los que se acusa de paramilitarismo) no permitirían la libertad de Leopoldo López, con lo cual se duda acerca del poder real del que goza el actual mandatario. Con el anuncio, Maduro recuperaría el control sobre el espinoso asunto.

Así, Venezuela revive un tema que incomoda a Estados Unidos y que afecta su imagen. Figuras como Desmond Tutu y José Mujica han abogado por la libertad de López Rivera. En carta enviada en mayo del año pasado a Obama, el político uruguayo expresa que su liberación conduciría a “un proceso de paz, entendimiento, progreso y bienestar para todos los pueblos que habitan aquella zona crucial de nuestra América”. Con el gesto de Maduro, el caso será todavía más visible. Es el inesperado retorno de la política exterior venezolana.

 

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