La Michelada

La comida árabe que renace en Bogotá

Michelle Arévalo Zuleta
27 de septiembre de 2018 - 03:33 a. m.

Cuando Fátima -mi- vecina tocaba la puerta de mi casa,  era sinónimo de felicidad estomacal, cada paso hacia la puerta era un paso más cerca de las delicias árabes que preparaba en su cocina y compartía con mi familia. 

Esa era una de  las ventaja de vivir en una isla pluriétnica y multicultural, donde gracias  a la migración de árabes entre los años 50 y 60 hacia San Andrés,  pude crecer rodeada de esta cultura, su gente y sobretodo su gastronomía. Sin duda cuando Fátima se mudó, sufrí la tusa culinaria más larga de mi vida. 

Siempre recuerdo que el rostro exótico de Fátima,  comprendía unos ojos llenos de orgullo por sus raíces  y  una boca cargada de  relatos sobre sus antepasados.  Su historia como la de otro gran porcentaje de árabes que migraron, representa una valentía, como la de cualquier migrante  que ha cruzado el océano en busca de nuevos sueños, la cual   permanece intacta  hasta hoy. La comunidad árabe,  se han ganado un lugar en el comercio, el arte,  la literatura y la gastronomía en nuestro país  y es que esta influencia culinaria ha aportado a la construcción de la identidad de la región del Caribe, dando  origen a una variedad de platos enriquecidos de nuevos sabores, combinados con las tradiciones y costumbres de la cocina colombiana.

A lo largo de los años que llevo viviendo en Bogotá he probado muchos restaurantes   árabes buscando ese sabor del plato de mi vecina , pensando que un clavo saca otro clavo o en este caso un plato saca otro plato. Para mi consuelo ubicado en CALLE 69ª # 6 – 41 esta El Árabe, un restaurante de comida libanesa que tiene su origen en Barranquilla y que llegó a Bogotá para posicionarse  como uno de los favoritos a la hora de comer comida árabe, pues su carta ofrece variedad de platos con ingredientes traídos directamente del Líbano, lo que convierte su  shawarma, en uno de los más ricos de la ciudad. Su chef  Samya Cure Mattar, ha logrado que las hojas de parra,  los kibbe, el hummus, el tabule y la sopa de lentejas, tomen otro significado para mi en su restaurante. 


M cocina árabe, (Cra 7 # 67 – 39)  como si entrara encima de  la alfombra de aladino, la sensación de llegar al medio oriente es inevitable, sus espacios fueron pensados para despertar todos los sentidos, sus lámparas marroquíes alumbran solo lo necesario para no espantar el misticismo del lugar.  La elegancia típica de una casa árabe donde vive su  anfitriona, la señora M, hermana de la chef Leonor espinosa, es la responsable de los kibbes más delgados y crujientes  que he probado.  Su secreto son los ingredientes escogidos con detalle, para hacerle honor a las recetas que aprendió de su suegra, que claramente sorprenden al paladar con platos como, el humus de garbanzo con  lomo o el kibbe crudo. 


A pesar de haberme perdido en las delicias árabes que escasamente encontré se comparan con las de Fátima, no pude superar la nostalgia de sus platos hasta que me volvi a enamorar, su nombre es El Bardo, (69A N° 5-59), un personaje que recitaba historia y poesía sobre sus pueblos  y que sirvió de inspiración para que Farid Elhaje, un chef apasionado y empresario, creara un espacio donde lograran converger las recetas familiares con los versos de sus poemas favoritos. 

Sus platos son fieles a su esencia y a las raíces árabes, pues  lo que Farid pretende, es no solo rescatar los sabores tradicionales, sino lograr que la gente pierda la idea de que la comida árabe es sinónimo de arroz con almendras y kibbes fritos, pues son muchas las recetas que se encuentran en esta cocina que seguramente no conoce y vale la pena probar. Prueba de ello es su pollo marroquí relleno con aceitunas, tomates cherry y uvas pasas,  parrillado en una salsa agridulce, o una de mis entradas favoritas, el mixto de Zam Zam, con una variedad de humus de colores que van muy bien con el falafel y el queso frito que junto al tahine, lo convierten en un plato lleno de variados sabores y sensaciones.

 Para terminar mi viaje de sabores por el medio oriente y gracias a que Farid atentamente escuchó mis gustos,  pude extasiarme con su pavé de chocolate, receta  de su hermana que logró llegar a mi plato con un verso de pablo neruda “Si nada nos salva de muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”, claramente gracias a el amor por la comida, sus costumbres y la poesía, EL Bardo me ha salvado de mi tusa culinaria y se ha vuelto mi lugar favorito a la hora de comer comida árabe en la ciudad.  Es evidente la importancia que este lugar busca darle a  la parilla árabe a través de los buenos cortes de sus carnes, pero más importante aún logra por medio de un nuevo concepto, mostrar lo que realmente es la gastronomía árabe, ya que en cada bocado está la historia de su pueblo.  

Es importante  resaltar que cada vez que valoremos, difundamos, compartamos y probemos la sazón y la gastronomía de otras culturas en nuestro país, involuntariamente dejaremos de discriminar las culturas que nos ayudaron a construir nuestra identidad, como lo es la cultura árabe, y al contrario estaremos infinitamente agradecidos de sus grandes aportes hacia nosotros, de igual manera reconocer su esencia y sus tradiciones nos lleva a viajar por su cultura a través del paladar. 

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