Sirirí

La conexión Pacífico-Orinoquia

Mario Fernando Prado
07 de junio de 2019 - 05:00 a. m.

Desde las lejanas épocas de Simón Bolívar se viene hablando del tema y han pasado siglos sin que exista conciencia y acción frente a la decisión de acometer esta megaobra, que les dará una salida al mar a los Llanos Orientales, que hoy se encuentran sin poder sacar de manera expedita sus productos para el consumo y la exportación.

Con solo imaginar el viacrucis que representa llevarlos hasta el océano Atlántico, se desechan muchos programas de explotación agrícola en este vasto territorio, que sería sin duda la despensa de Colombia y una ventana al mundo de incuestionables beneficios para nuestra economía.

Se trata de una vía de 1.200 kilómetros con paso por las cordilleras Occidental y Central, o sea entre el oriente y el occidente de nuestra geografía, beneficiando no solo a los susodichos llaneros del Meta, Vichada y Casanare sino también a los productores de Cundinamarca, Tolima, Huila y Valle del Cauca.

Este es un proyecto presupuestado en más de $14 billones a precios de hoy, cuya ejecución se ha previsto para 12 años —que sabemos será el doble— y para el cual ya están andando los estudios de prefactibilidad, absolutamente indispensables para darle la viabilidad necesaria.

Como los sueños no tienen límite y por eso hay que hacerlos en grande, este Gobierno está llamado a impulsar las etapas previas para que los próximos prosigan con esta iniciativa, que catapultará definitivamente la vocación agrícola de un país que vergonzosamente está importando, ¡y a qué precios!, casi todo lo que se da en nuestras tierras.

Se estima que más de ocho millones de colombianos resultarán beneficiados con la conexión Pacífico-Orinoquia, así nos digan que si no hemos podido ni con el túnel de la Línea y menos con los kilometricos que faltan para terminar la doble calzada Buga-Buenaventura —en donde hay un tramo en el que la banca se vino abajo y está amenazando con taponar la totalidad de la vía desde hace un mes y nada se ha hecho (óigalo, mintransporte)—, mejor ni pensar en lo que, según muchos aseguran, pasará de ser un sueño bolivariano a una pesadilla santanderista.

Empero, lo anterior no significa que colguemos los guayos, nos echemos a la pena y sigamos pensando en chiquito, contradiciendo lo que dicen de que el que mucho abarca…

 

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