La confrontación por el agua ya está

Juan Pablo Ruiz Soto
10 de abril de 2019 - 05:00 a. m.

Hace unos pocos años, cuando escuchábamos que las guerras en el futuro serían por el agua y no por el petróleo, nos parecía ciencia ficción. Esto ya está llegando y el escenario es Asia central.

Estoy visitando Uzbekistán y Tayikistán, dos de los cinco países de Asía central que se separaron de la Unión Soviética a inicios de la década de los 90. Durante la segunda parte del siglo pasado, la Unión Soviética, como parte de su ejercicio de planificación central, realizó grandes obras hidráulicas para convertir las tierras planas de estos países en uno de los centros más importantes de producción de algodón y alimentos de esta parte del mundo. Para ello, construyó represas y grandes canales para irrigación y tomó la totalidad del agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria, los dos principales ríos de la cuenca del mar interior de Aral, otrora uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, con 68.000 km2.

Se transformó la naturaleza bajo el supuesto de que el ser humano podía manipularla a su antojo. Casi se seca el Aral, pues dejó de llegarle agua por sus afluentes principales, dado que desaparecieron los ríos en su parte final. Hoy, el Aral está reducido a una décima parte de su tamaño original.

Un gran desierto salado, nubes de polvo y embarcaciones que quedaron en tierra nos señalan que hemos llegado a lo que antes era la orilla de un gran lago natural. Ahora están allí pueblos tristes que hace 80 años eran puertos a los que diariamente llegaban embarcaciones cargadas de peces. La cuenca media del lago Aral es un gran valle donde, mediante agroquímicos y sistemas de riego, se produce comida y se degradan tierras y ecosistemas con agrosistemas insostenibles. Desde 1960 se gestiona toda la cuenca, un gran desastre ambiental.

Los conflictos entre los países saltan a la vista. Kazajistán y Uzbekistán, que comparten el antiguo lago, hoy se enfrentan por el agua. Los ríos aún no llegan al lago —se sigue usando todo su caudal para riego— y el antiguo megaproyecto de la Unión Soviética hoy enfrenta a países vecinos.

La crisis se agravará, pues el agua de la cuenca del Aral viene principalmente de los glaciares de la cordillera del Pamir, en Tayikistán. Por el calentamiento global, en los últimos 50 años, estos glaciares han perdido una tercera parte de su tamaño y pronto disminuirá su aporte de agua en la época seca.

La crisis que se vive al otro lado del mundo debe dejarnos lecciones. En los Andes colombianos hay déficit de agua en las épocas secas. Según el Estudio Nacional del Agua, cerca de 400 municipios presentan riesgo de quedar, en un futuro próximo, sin agua suficiente para el consumo humano. Hemos propiciado la destrucción de los reguladores naturales y sin conciencia generamos territorios insostenibles.

Muchos conflictos entre vecinos y regiones hoy tienen relación con al agua. Es tiempo de iniciar una gran cruzada por la protección de nuestras cuencas, aplicar la legislación ambiental, cumplir con la función ecológica de la propiedad, compensar al campesino que conserva y hace buen uso del agua. El tiempo se agota, debemos hacer la paz con la naturaleza o pagaremos una altísima cuenta de cobro.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar