El único culpable de que la minga indígena se haya venido a la ciudad de Bogotá, aun con el riesgo para la salud de sus integrantes por la pandemia del COVID-19, es el presidente Iván Duque, quien parece creer que estas comunidades no son dignas de reunirse con él.
Si Duque hubiese ido al departamento del Cauca para dialogar con ellos, la minga no estaría en Bogotá suplicando una cita que debió darse desde mucho tiempo atrás.
¿A qué le teme el presidente? ¿Qué tanto puede perder si dialoga con unos indígenas que con toda razón exigen que no les maten a sus líderes y que no los bañen con glifosato? ¿No estamos en el gobierno donde se promueve la tal “paz con legalidad”? Pues bien, ese debería ser el motivo para cumplir con la cita, porque se estaría celebrando una conversación entre dos actores legítimos (Gobierno e indígenas). ¿O es que acaso desde el Ejecutivo se considera esta población étnica como “indigna”?
Si el presidente de la República fuera Álvaro Uribe, esta cita hace mucho se habría dado y los indígenas no estarían en riesgo de enfermarse en un territorio extraño para ellos, lejos de sus tierras y sus costumbres.
Lamentable que estemos gobernados por un presidente que solo tiene los pantalones firmes cuando está frente a las cámaras en el Palacio de Nariño, porque de resto parece que le temblaran, que le diera miedo, que le teme al debate público, cuando por esencia un primer mandatario debe estar preparado para enfrentar discusiones fuertes. Pero este no parece ser el caso de Iván Duque.
No es para nada creíble la tal preocupación de Duque por la salud de los indígenas. Si así fuese, hubiera evitado que se desplazaran a Bogotá y se habría trasladado a su territorio para entablar un diálogo directo con ellos, escuchando sus necesidades.
De nada le valió al Gobierno Nacional haber tratado de acabar con la imagen de la minga, asegurando que estaba infiltrada por el Eln y por las disidencias de las Farc, aseveraciones que se hicieron sin prueba alguna, es decir, de manera ligera e irresponsable. Si es cierto esto, ¿cuántos capturados hay? ¿Dónde están las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación que lo demuestren?
Para colmo, cuando los indígenas ya estaban en Bogotá, el alto comisionado para la Paz anunció con bombos y platillos que saldría para el departamento del Cauca a reunirse con ellos. Hágame el bendito favor.
Y no contentos con eso, a José Obdulio Gaviria, Carlos Felipe Mejía y Nicolás Araújo, congresistas del Centro Democrático, se les ocurrió la brillante idea de instaurar una acción popular, con la clara intención de parar la minga en Bogotá, mas no porque haya preocupación por el posible brote de COVID-19.
Hay miles de insatisfacciones con el Gobierno de Iván Duque; ni la pandemia del COVID-19, ni las estigmatizaciones que se hacen desde el Ejecutivo contra todo el que proteste van a evitar que estas se manifiesten en las calles. El único que las puede frenar es el primer mandatario. Si no escucha a las personas y en cambio prefiere continuar aislado en el Palacio de Nariño, estas insatisfacciones van a continuar y van a provocar que a sus oídos llegue el sonido de la cacerola.
Me va a tener que disculpar, señor presidente, pero si la minga indígena se vino hasta Bogotá, la culpa es suya, de nadie más.