La culpa es del sistema bancario

Óscar Sevillano
28 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

Nadie que tenga los cinco sentidos bien puestos podría pensar en la posibilidad de endeudarse en un sistema que le presta fácilmente, pero le cobra un interés de más del 20% que debe pagar todos los días, hasta que se cancele la obligación.

El problema es que muchas personas en Colombia de estratos 1, 2 y 3, que luchan por sobrevivir y que se han visto en situaciones económicas desesperantes, bien sea por la falta de empleo o porque con lo que poco que ganan no les alcanza para pagar sus necesidades y las de sus familiares, han tenido que acudir a este sistema, para tratar de salir del apuro económico, sin siquiera imaginarse que el remedio les podía resultar peor que la enfermedad.

Son personas que tampoco pueden acudir a un préstamo bancario, porque el sistema financiero solo les permite acceder a este tipo de solución a quienes tienen una economía estable. Es por esto que en medio de la población existe el rumor que dice que “para conseguir un crédito en los bancos de un millón, en la cuenta bancaria se debe tener dos o tres millones”.

Los préstamos gota a gota son un modus operandi con el que el narcotráfico, el paramilitarismo, las bacrim y toda las formas de ilegalidad en Colombia han incrementado sus rentas criminales, alimentándose del desespero de muchas familias que por la situación económica acuden a este sistema de crédito con cobro de intereses a más del 20% diario y con la amenaza constante del cobrador que con revólver en mano les recuerda todos los días que no deben olvidarse de pagar, ni mucho menos esconderse, porque tienen personas que les vigilan constantemente y saben muy bien a dónde van y quiénes conforman su círculo.

La pregunta que uno se hace es ¿cómo, si se sabe que hay una renta criminal que hostiga y amenaza la vida de miles de personas en todas las ciudades y municipios de Colombia, no se actúa? ¿Qué ha dicho o qué ha hecho al respecto la Asobancaria? ¿A cuántos prestamistas ha llevado la Fiscalía a juicio y a cuántos se les ha condenado?

Qué extraño que todos los días se lean y se escuchen noticias del ente investigador donde deja ver la eficiencia con la que trabaja desde que Néstor Humberto Martínez asumió el cargo de fiscal general de la Nación, pero que ninguna tenga que ver con el gota a gota. ¿Qué tiene que decir la Policía frente a esto? ¿Por qué no se le ha escuchado ni a la ministra del Interior, ni al ministro de Defensa, ni mucho menos al superintendente financiero una propuesta que vaya encaminada a detener esta renta criminal en Colombia?

No me cabe la menor duda de que si el sistema bancario en Colombia no actuara de una manera tan canibalesca, los préstamos gota a gota no se hubiesen constituido como una opción de crédito inmediato en nuestro país, y que mucho menos se hubiesen instaurado en otros países de la región, claro está que como “emprendimiento nuestro”. Bonita manera de exportar iniciativas.

Gran culpa de esta tragedia en que se convirtió el gota a gota la tienen los bancos, la tiene el sistema bancario que, por pensar en sus ganancias, ha dejado a miles de colombianos a la intemperie y a merced de la ilegalidad.

De nada sirve que nos lamentemos por la muerte de una señora que desesperada, según ella porque le debía a un gota a gota, se lanzó de un puente terminando con su vida y la de su hijo menor de edad, cuando tenemos en Colombia un sistema bancario hecho a la medida no del que necesita medios económicos para salir adelante, sino del que le sobran estos medios económicos.

Si de verdad queremos luchar contra este problema, Colombia no solo va a tener que enfrentar a estas estructuras criminales que manejan el gota a gota, sino además obligar a los bancos a ayudar a reducir este fenómeno, creando planes y programas crediticios para personas de estratos bajos, para que así estas no tengan que acudir a un sistema que más adelante se puede convertir en un cuchillo o revólver que les ha de quitar la vida o que les puede acarrear amenazas, no solo a quienes acuden a estos préstamos, sino además a sus familiares y amigos cercanos.

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