En 1979 entrevisté durante un día entero a los 80 presos de la cárcel de Yopal para conocer el sistema de defensa de los grandes hatos ganaderos de Casanare y encontré la respuesta, en la investigación más corta de mi vida profesional. Los presos eran jóvenes campesinos boyacenses y santandereanos que habían bajado de las montañas con la ilusión de colonizar una parcela en la vega de algún río, para sostener a sus familias. La mayoría estaba bajo detención preventiva, sin juicio ni pruebas, desde hacía tres o cinco años, sin abogados ni esperanza de salir en libertad.
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