Allá solo les quedan 34 días de infierno. Acá, 20 meses. Hasta hace poco, el acontecer político colombiano, por sus antecedentes y contexto, era incomparable con el de otro país, muchísimo menos con el estadounidense.
Los métodos justificados por el innoble fin de quedarse con el poder a toda costa han llevado a sus sectores más reaccionarios por el mismo camino, hasta la increíble fábula de que nuestras disputas ideológicas, siempre vistas —y no sin razón— como rencillas de platanal, se convirtieran en referente del entramado electoral del país del norte.
El juego de odios y mentiras desatado por los republicanos, replicado sistemáticamente por este Gobierno y el partido que dice apoyarlo, rinde frutos entre un amplísimo sector de electores que no están dispuestos a ceder un ápice en sus creencias y prejuicios.
Lo peor de todo es que con cara ganan quienes así sienten —que no piensan, porque no es asunto de ideas sino de emociones y miedos— y con sello pierde el resto. Callar para evitar ser caja de resonancia no impedirá que la desinformación y la rabia se acentúen entre sus obcecadas toldas. Debatir con la razón y con los argumentos, en vez de menguar el efecto dañino de la “realidad alternativa”, servirá como alimento para sus juegos de engaño, dando la sensación de ser mayorías, por su tono altisonante y totalitarista, para apabullar opositores y aislar con una espiral de silencio a quienes quisieran expresarse de manera independiente.
En otro contexto, el insignificante pago de impuestos por parte de Trump daría para acabar con sus opciones políticas; en el enervado ambiente actual, es percibido como hábil negociante digno de imitar, incluso por quienes desde la exclusión siguen desvelados con el sueño americano.
Acá, mientras, hay rapiña por ser considerados herederos de la división, agresión y tono guerrerista; por eso, la ofrenda diaria de manzanas tóxicas desde puestos o redes para ganarse el favor de quien posa, desde su finca, como reencarnación de Eris, la diosa griega de la discordia, así sea en versión platanera.