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La disputa por Bogotá

Francisco Gutiérrez Sanín
24 de julio de 2015 - 03:52 a. m.

Las elecciones bogotanas son importantes por partida doble: deciden quién será el mandatario de la capital, y a la vez tienen relación con, e implicaciones sobre, todo el sistema político.

En Bogotá se concentra mucho del voto de izquierda colombiano. De manera más bien sorprendente, y a pesar de saber lo anterior, las fuerzas de izquierda no se prepararon para gobernar, y el balance de su década larga en la primera magistratura de la ciudad no es bueno. Tienen, pues, un flanco débil, que han tratado de aprovechar líderes del centro y de la derecha. La gran promesa electoral que estos han tratado de personificar es encabezar una alianza modernizante que llegue al Palacio Liévano y saque a los izquierdistas de allí. Pero esto no ha resultado posible por factores nacionales. Por ejemplo: no es imaginable alguna clase de entendimiento entre una figura tan radical y tan idiosincrática como Francisco Santos y los partidos de la Unidad Nacional. Como se sabe, en otras partes, y mediando otras personalidades, alianzas similares ya han fructificado; pero no en la capital ni con el ya muy maduro y agresivo énfant terrible del uribismo. Por otra parte, y de manera muy característica, la Unidad Nacional está rotundamente desunida en Bogotá. Los liberales van con Pardo, pero algunos coquetean con Clara; Cambio Radical le apuesta a Peñalosa. El partido de la U. también vacila y le da a Pardo un apoyo tardío y tibio.

Así las cosas, nos encontramos con la siguiente situación. Clara López, del Polo Democrático, se apoya en el gran nicho de voto capitalino de izquierda que se ha mantenido contra viento y marea. Carlos Vicente de Roux, una persona seria y estudiosa quien, según creo, sería excelente alcalde, tendría que conquistar un porcentaje significativo de ese voto para poder aspirar en serio, pero me temo que ya se quedó sin oportunidades ni margen de maniobra. Gastó sus fichas y su tiempo en hacerse ungir candidato, y el elector raso de izquierda cree que si no va con Clara desperdicia su voto.

Al centro tenemos a Pardo y Peñalosa. Les han dicho en todos los tonos que se tienen que unir para ganar, pero no creo que lo hagan. Hay demasiado en juego, entre otras cosas algunas diferencias importantes de posición política y de discurso. Pardo fue ministro de Santos, y está firmemente en el campo de la Unidad Nacional (es de los poquísimos realmente fieles). Como ya han notado varios periodistas, ha querido presentarse como una alternativa a la izquierda sin hostilizarla (una razón entre varias para que esto sea así es que algunos en el liberalismo ven la posibilidad de coaliciones con ella, o de participar en otro gobierno suyo). Es también hombre de partido. Peñalosa, en cambio, tiene diferencias serias con el santismo, ha combatido activamente a la izquierda, y en los últimos años le ha apostado a la antipolítica y a la denuncia de los partidos.

En la medida en que los candidatos conservadores no aparecieron, la única alternativa de derecha será Francisco Santos, pero dudo que su nombre galvanice a todos los uribistas, no hablemos ya de los que no pertenecen a esa corriente. ¿Y una alianza entre uribistas y Peñalosa? No parece factible. A ambos les quitaría más votos de los que les agregaría. Hoy por hoy, esto hasta Peñalosa lo sabe.

Así las cosas, mucho dependerá de las campañas y de los estilos de los candidatos. A Pardo no lo odia casi nadie. Además, tiene la maquinaria. Pero no el perrenque. Peñalosa es una incógnita. Tiene patrimonio de gobernante, pero de hace mucho y además es mal candidato. Clara es muy buena candidata, pero no tiene el patrimonio. Y aún podría colarse alguien más. Esta vez no habrá escasez de opciones.

 

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