La economía bien y la gente mal

Gonzalo Hernández
21 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

El Gobierno debe estar feliz con el espaldarazo del Banco Mundial (BM) en el arranque del 2020. De acuerdo con el organismo multilateral, la economía colombiana crecerá 3,6 %, –muy por encima del promedio latinoamericano (1,8 %)–.

No solo el número y la comparación regional suenan bien. Para justificar su escenario, el BM repite uno de los más sonados argumentos del Gobierno: los incentivos de la política fiscal impulsarán la inversión privada.

Por supuesto el informe, “Perspectivas económicas globales”, del BM, no deja solamente en manos de la reforma tributaria la eventual recuperación de la economía. Aunque no menciona la famosa economía naranja, hace referencia a otros tres elementos que impactarían positivamente el crecimiento de Colombia en 2020: mejores condiciones de financiamiento para fortalecer la demanda interna, la ejecución de planes de infraestructura –en particular, vías 4G– y la implementación de las reformas recomendadas en la Política de Desarrollo Productivo 2016-2025 –en el marco del ingreso de Colombia a la OCDE–. Estas dos últimas iniciativas son herencia del gobierno pasado y por eso, tal vez, el gobierno Duque prefiere no darles la misma resonancia mediática.

De los cuatro elementos que justifican el escenario optimista para Colombia, la inversión pública en infraestructura parece ser el más directo y concreto. Pero el informe no estima el efecto sobre el crecimiento. Tampoco explica de dónde vendrá el financiamiento para la demanda interna. Las reformas en la Política de Desarrollo Productivo apuntan más a efectos de largo plazo que a resultados del 2020. Y, por ahora, los efectos sobre el crecimiento de los beneficios tributarios de la más reciente reforma parecen encajar mejor en la lista de buenos deseos que en una lista sólida de políticas económicas asertivas de reactivación. Es difícil saberlo con certeza, pero podríamos terminar con una política fiscal que aumenta el déficit fiscal, la regresividad de los impuestos y con poco o nada de crecimiento adicional. Ya veremos si el BM sostiene su posición en los próximos meses.

Visto así, sorprenden un poco las justificaciones del optimismo. Y sorprende la ausencia en el informe del BM de alguna referencia a los efectos positivos que puede tener sobre la inversión privada la reducción de la intensidad del conflicto armado en el país –como consecuencia de los acuerdos de paz con las Farc–, en especial cuando el BM sí habla de los potenciales beneficios de la paz en términos de inversión y productividad en África subsahariana. ¿Política?

Los buenos pronósticos para la economía colombiana no calman la impopularidad del Gobierno y las protestas –mencionadas en el informe como un elemento de riesgo para el crecimiento de 2020–. El Gobierno tendrá que convencer a la ciudadanía al decirle que las buenas noticias en el contexto adverso de América Latina significan mejores condiciones de bienestar para la gente (empleo e ingreso más altos). Si en verdad el Gobierno cree en su Ley de Crecimiento, que prometa en las mesas de diálogo con los opositores mayores recursos para la educación y la salud. De lo contrario, los buenos pronósticos del BM, en lugar de ser motivo de felicidad gubernamental, pueden convertirse en pasivos políticos para el presidente Duque. Dirán: ¿cómo así, la economía va bien y la gente mal?

* Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

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