Macrolingotes

La elección del general Rafael Reyes

Óscar Alarcón
04 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

El pasado domingo 2 de febrero se cumplieron 116 años del primer fraude electoral que hubo en Colombia y que la picaresca conoce como el Registro de Padilla, porque se utilizaron para ello los formularios que se emitieron en Riohacha, que era parte de la provincia que llevaba ese nombre. Entonces, para elegir presidente y vicepresidente se acudía a dos instancias: primero se escogían unos delegados o compromisarios y estos, reunidos después, votaban para tan altos cargos.

El cacique electoral de la provincia de Padilla (hoy La Guajira) era el conservador Juanito Iguarán. El día determinado para elegir a los compromisarios fue el 7 de diciembre de 1903 y los escogidos debían reunirse en asamblea el 2 de febrero para votar y llenar los respectivos formularios. Pero en Riohacha ese día no hubo asamblea, sino, por el contrario, Iguarán los invitó a todos a su casa. Departió por varias horas con ellos, sin que faltara la tortuga y el whisky de contrabando. Todos estaban vestidos elegantemente, oliendo a agua de colonia Jean-Marie Farina. Después de algunas horas decidieron firmar en blanco el acta de elección de la provincia, y darle a él, a Juanito, plenas facultades para llenarlo de acuerdo con lo que más conviniera a los intereses de la región. Pocos días después el “cacique” viajó a Barranquilla y en el entierro de un comerciante se le acercó el marqués de Mier y le preguntó sobre las elecciones en Padilla. “Traigo aquí -le dijo tocándose su saco de lino y con su orgullo de ‘cacique’- el registro de mi circunscripción, firmado en blanco. Soy dueño de llenarlo como me convenga”.

Los dos candidatos para la Presidencia eran el general Rafael Reyes y Joaquín F. Vélez. Amigos de uno y otro comenzaron a presionar a Iguarán, quien al final se inclinó en favor del general Reyes. Ganó este con 994 votos contra 982 de Vélez, número que superaba al que legalmente debía haber. A pesar de esa circunstancia, Reyes fue declarado presidente y Vélez, conservador de recio carácter, jamás aceptó ese resultado.

Gracias a un entierro se inclinó el resultado electoral de la provincia de Padilla. De allí surgieron los sufragios.

 

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