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La ética del agua

Columnista invitado EE
03 de noviembre de 2012 - 11:00 p. m.

Colombia es el segundo país más rico del mundo en biodiversidad y sus abundantes lluvias se expresan en un rico ciclo del agua que se hace visible en la Sierra Nevada, en la estrella hídrica de San Lorenzo, en la Ciénaga Grande, en los bosques de niebla y tropicales, en el Macizo Colombiano, en la Orinoquia, la Amazonia y el Chocó biogeográfico.

Es así que el agua, el bosque, la energía del sol, del subsuelo y los minerales, la tierra y la capacidad agrícola son, junto con su gente, la riqueza de la Nación.

El diagnóstico sobre el agua en Colombia revela las dificultades de su gobierno para administrar esta riqueza. Entidades, ministerios, departamentos, alcaldías y corporaciones buscan explicarlas en pretextos presupuestales, pero de fondo se revela un asunto de cultura y de educación que refleja debilidad de la autoridad, de las instituciones y la fractura ética de ciudadanos y gobernantes en su comportamiento frente a la naturaleza.

El hecho de no vivir las actitudes humanas de no violencia, justicia, verdad y solidaridad, que debemos al otro y a la naturaleza, lleva a un comportamiento antiético, que se expresa como falta de urbanidad, de educación, de civismo y de sentido común. Actos como ensuciar un río, contaminarlo, verterle aguas no purificadas, conectarle los alcantarillados, verterlos sin tratamiento al mar, buscar oro en el Macizo Colombiano, talar miles de hectáreas de bosque en la Sierra, señalan este escándalo ético que nos lleva a la emergencia ambiental en que estamos.

Es hora de asumir la responsabilidad individual y el compromiso social de ser conscientes y dedicarse al cuidado del agua, reforestar el bosque, proteger las selvas, los océanos, los ríos, las quebradas y hacer el mejor uso del agua.

Bibo es este mensaje: busca llamar la atención, crear conciencia y señalar el camino de transformación en el siglo XXI. Se propone que los proyectos del agua y del bosque, con la iniciativa de las empresas responsables, se conviertan en proyectos de país: plantar un millón de hectáreas de bosque que protejan los nacimientos de agua, los reservorios, las rondas de los ríos y desestimule tocar la selva en forma irracional.

 

*Carlos Paz, Director Fundación Ética Mundo. 

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