La explosiva verdad de Char

Patricia Lara Salive
27 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

La declaración ante la JEP del exsenador David Char —que apenas comienza— ha pasado desapercibida. Pero es de gran trascendencia porque deja al descubierto no sólo las relaciones que un vasto sector de la clase política ha tenido con los paras, sino que revela, en la propia voz de un miembro de uno de los más influyentes clanes políticos, cómo ha funcionado la compra de votos y hasta dónde cohabitan la corrupción y la política local.

Hasta la semana pasada Char, que fue acusado por la Corte Suprema de recibir para su campaña dinero del Frente José Pablo Díaz del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), de prestar carros a esa organización criminal, de reunirse con jefes paras para efectos electorales, de aportarles plata por medio de la empresa Acodensa perteneciente a la familia Char, y de suministrarles una caja de munición explosiva, ha dicho varias cosas a la JEP, donde fue aceptado porque se comprometió a revelar una verdad mayor a la dada en la justicia ordinaria, a reparar a las víctimas y a contribuir a la no repetición. Char ha dicho que, mientras en Soledad y Malambo los paras instalaron su poder a base de usar el miedo y la violencia, en Barranquilla lo hicieron a través de alianzas con políticos, entre otros el exalcalde Guillermo Hoenigsberg, que fue apoyado por el dirigente liberal José Name Terán. Agregó que las Auc tenían lobistas que se les aproximaban a los congresistas de Sucre, Córdoba, Guajira, Magdalena, Cesar y Atlántico. Añadió que “las tres casas más importantes del Atlántico” eran las de los Name, Gerlein y Char y que “si alguien quería participar en política a nivel de Gobernación y Alcaldía necesitaba tener el aval de alguna de estas tres familias”. Dijo que allá las Auc se consolidaron porque lograron elegir a Rosa Stella Ibáñez en la Alcaldía de Soledad y, “a través de ella, consiguieron que les adjudicaran el Hospital Materno Infantil, que fue su fortín”. Contó que alcanzaron también la Alcaldía de Malambo y que, a través de esas alcaldías, trataron de cooptar la contratación y los puestos del departamento. Y ahondó en cómo funcionaba la compra de votos, que según Char tenía tres modalidades: se hacía a través del cambio de materiales de construcción por votos, de la compra en efectivo del voto y de lo que llamaban “carrusel de la votación”, en el que se contaba con la complicidad de la Registraduría para aumentar la votación en las mesas.

Char dijo que no participó en esa última modalidad de compra de votos, pero sí en las demás; reconoció que apoyó “a un grupo paramilitar que causó daños en la sociedad en todos sus niveles” y se comprometió a reparar a las víctimas haciendo un proyecto cooperativo y sostenible de siembra y comercialización de maíz y de ají, que incluye construir y dotar un colegio para más de 100 alumnos, y brindar asesoría psicosocial de especialistas en posconflicto.

La confesión de Char no sólo es un ejemplo de los beneficios que traerá la JEP, sino también una voz de alarma de lo que pasa en las regiones: porque lo que él dice que ocurría hace 13 años es lo mismo que sucede ahora: la disputa de las distintas mafias por el dominio político de los poderes locales. Por eso esta campaña ha sido tan violenta.

Y el Gobierno se ha hecho el loco ante la verdadera causa de esta violencia, que no es otra que la retoma del país por el paramilitarismo. ¿Hasta cuándo el presidente Duque seguirá cerrándole los ojos a esa peligrosa realidad?

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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