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La falla cultural colombiana y el modelo económico

Daniel Mera Villamizar
29 de junio de 2020 - 10:00 a. m.

De cómo llegamos a tener el territorio como queso suizo: con muchos agujeros culturales.

Con un concepto de la geología: tenemos una fractura visible en la cultura política y económica entre dos bloques que se han ido separando. Un bloque mantiene las nociones o valores básicos para cualquier versión de capitalismo y el otro no. El deslizamiento ha sido lento y profundo. Una fricción o ruptura en la falla podría producir un sismo o terremoto. Algunos temen que en 2022.

No es que en un bloque estén los afortunados del modelo económico-social y en el otro, los desafortunados. No. Una parte importante de las élites en distintos campos se consolidó en un distanciamiento de la racionalidad económica y encabeza una profunda aversión a los medios para producir riqueza.

La fractura cultural ya no es solo sobre la distribución de la riqueza sino también sobre cómo producirla y si se debe crear riqueza. La noción de riqueza ha estado asociada a la noción de bienestar, que parecía universal, pero en los dos bloques ya no se tiene o profesa la misma idea de bienestar.

El progreso se entendía como una mejora continua en las condiciones materiales de vida, que tenía su correlato cultural y espiritual. En la cultura política y económica en retirada, había que pagar por el progreso y lo que se esperaba eran oportunidades, trabajo, para generar ingresos y pagar.

En la falla cultural que se creó en los últimos 30 años, amplios grupos de la población fueron sustraídos del ideal de progreso y bienestar (piénsese, por ejemplo, en la pretensión de sujeción intergeneracional del campesino al campo que informa la visión de desarrollo rural en la que el campesino no se transforma en empresario rural, sea de cooperativa o no).

Otros grupos sociales fueron sustituyendo la mentalidad del progreso (a lo largo del tiempo y del esfuerzo) por la mentalidad de los derechos que se decretan y parecen instantáneos, y que debe satisfacer el Estado sin importar si la sociedad tiene los recursos o la riqueza para pagarlos.

Aquellos grupos que fueron convencidos de no aspirar al progreso y el bienestar “occidentales” o capitalistas y los sectores sociales aclimatados culturalmente en los derechos que se esperan o reclaman como garantías materiales en la vida se distanciaron del modelo económico conocido para generar empleo y riqueza (y recursos del Estado), y algunos se volvieron francamente adversos, con una mezcla de motivaciones.

Una de las consecuencias puede señalarse pasando de la falla en geología a un queso suizo de agujeros: la divergencia cultural que se construyó en torno al modelo económico ya no permite contar con todo el territorio nacional para ocupar productivamente a los colombianos, ni descontando los resguardos indígenas y los territorios colectivos de comunidades negras. Tenemos nuestro territorio con demasiados agujeros culturales.

Ciertamente, el modelo de capitalismo colombiano no es sostenible. El punto es que no hay más opción que migrar hacia otro modelo de capitalismo, y ya hay un bloque cultural consolidado que no lo ve así, y sobre todo no lo siente así, y que usa agujeros de divergencia cultural en el territorio para trancar el progreso, que hoy se llama desarrollo sostenible, y sí reclamar toda clase de derechos que no hay cómo financiar.

Esto merecería una negociación política sofisticada o una batalla de verdad, pero lamentablemente la política colombiana está en otra cosa.

@DanielMeraV

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