La financiación de las 4G

Armando Montenegro
13 de mayo de 2018 - 07:15 a. m.

Cuando se diseñó el ambicioso programa 4G surgió el desafío de asegurar los enormes volúmenes de financiación que exigirían las billonarias concesiones de carreteras. En los cálculos iniciales se pensó que la banca local debería aportar más del 50 % del monto requerido, un esfuerzo que superaba sus posibilidades técnicas y financieras. Por ello se amplió la capacidad de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN), entre otras cosas con los recursos de la venta de Isagén, y se crearon los fondos de capital privado, nutridos principalmente con recursos de los fondos de pensiones, autorizados para prestarles a los proyectos de concesión. Además de lo anterior, desde el comienzo, el programa 4G atrajo la atención de proveedores del mercado de capitales que colocarían bonos en pesos y en dólares entre los inversionistas del país y del exterior.

Con el concurso de todas estas fuentes de recursos, el programa arrancó con éxito, se iniciaron las obras y se crearon grandes expectativas sobre el futuro. Infortunadamente, el entusiasmo no duró mucho. Poco tiempo después, con los problemas de corrupción de algunos concesionarios, en especial los de Odebrecht, la banca colombiana, golpeada en ese proceso, con pocas excepciones, se alejó de la financiación de las 4G.

Lo interesante es que, a pesar de esta decisión de los bancos del país, el programa 4G ha seguido su marcha. Con el liderazgo de la FDN, el apoyo del Ministerio de Hacienda y la creatividad de estructuradores e inversionistas, se han conseguido nuevas fuentes de financiación que han permitido emprender nuevos proyectos. Entre ellas se pueden mencionar: (i) la inversión directa de fondos de pensiones extranjeros en la financiación de concesiones; (ii) la ampliación de los compromisos de crédito y la diversificación de mecanismos financieros provistos por la misma FDN; (iii) la autorización a bancos del exterior para prestar en pesos en Colombia a través de distintos esquemas financieros, y (iv) los préstamos directos de bancos del exterior, multilaterales y privados, a distintos proyectos (las emisiones de bonos en pesos y dólares han sido cruciales para el cierre de varios proyectos).

Estos nuevos mecanismos no sólo han permitido que el programa 4G no se detenga, sino que han ampliado la competencia, modernizado y expandido la oferta de instrumentos de financiación de proyectos en el mercado colombiano. En términos cualitativos, los nuevos agentes estudian, evalúan y apoyan los proyectos con productos avanzados, hechos a la medida, que se adecúan bien a sus circunstancias y características técnicas y operativas. Muchas de estas innovaciones, seguramente, se extenderán para atender las necesidades de otros sectores de la economía nacional.

Cuando se superen las dificultades que han impedido que los bancos aporten sus recursos al programa 4G, sus créditos se unirán de nuevo a los de los demás actores que están financiando las concesiones y, de esta forma, se podrá seguir modernizando aceleradamente la infraestructura del país, un esfuerzo que requiere todavía de la construcción de numerosos proyectos adicionales.

A medida que todo esto ocurre, como un bienvenido subproducto del desarrollo del programa 4G, también se habrá dado un paso más para expandir, modernizar, sofisticar e internacionalizar el sector financiero de Colombia.

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