La guerra olvidada

Marcos Peckel
11 de octubre de 2017 - 03:00 a. m.

El apocalipsis que se ha ensañado con partes del mundo árabe tiene un capítulo trágico, dramático y casi olvidado en Yemen, país que padece múltiples guerras, una indescriptible situación humanitaria y la indiferencia del mundo. En los albores de la primavera árabe estallaron en Yemen masivas protestas pacíficas contra el régimen del entonces presidente, Ali Abdullah Saleh, quien completaba treinta años en el poder y preparaba a su hijo para sucederlo, tal como lo hacía Hosni Mubarak en Egipto, igualmente depuesto en aquellos días de 2011 cuando el cielo aún brillaba sobre un mundo árabe que se levantaba contra décadas de tiranía, corrupción y despojo por parte de una caterva de longevos dictadores militares.

Tras una negociación mediada por los países del Golfo, Saleh cedió el poder a quien por 18 años fue su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi, en lo que se esperaba fuera una transición que sacara al país de la crisis y mantuviera cierto dejo de estabilidad. Sin embargo, ocurrió todo lo contario y, tal como ha profetizado aquel sabio universal; “cualquier situación por mala que sea es proclive a empeorar”, la transición llevó a Yemen al mismísimo infierno, en el cual se hunde cada día más. El mismo en el que cayeron Siria, Libia e Irak, que completan el póquer de estados árabes colapsados en lo que va del presente siglo.

El norte de Yemen es habitado por una minoría étnica, los zaydis, que profesan el islam shiita y cuya milicia, los hutíes, combatieron por años a Saleh, pero que tras la caída del hombre fuerte asieron la oportunidad, aliándose con su otrora oponente para tomar control del país, lo que casi lograron a comienzos de 2015 cuando, tras ofensiva relámpago, ocuparon la capital Sana y se dirigían al puerto de Adén a completar la tarea.

Desde sus lujosos palacios en Riad, la monarquía saudita veía con horror como una “banda de shiitas” apoyados por su archienemigo persa se tomaban ese país en su “patio trasero” y “erigían una cabeza de playa para desde ahí agitar a la minoría shiita residente en las ricas zonas petroleras del Reino”. Línea roja. Saudíes y aliados cooptados se fueron a la guerra.

Desde los cielos de Yemen llegó la muerte. Las bombas de la aviación saudita han matado A miles de civiles, pero tras dieciocho meses de bombardeos indiscriminados, pocos son los logros militares, los houtties mantienen control de sus territorios, incluida la capital, y no hay indicación de que la guerra vaya a terminar pronto.

El más pobre de los países árabes se convertía en el foco del conflicto regional entre Irán y Arabia Saudita. Epidemia de cólera, deficiencia alimentaria, escasez de agua potable, desplazamiento interno, destrucción por doquier y presencia en zonas del país de Al Qaeda e ISIS constituyen el daño colateral de esta guerra, que la comunidad internacional ha convenientemente olvidado, olvido comprado con los petrodólares saudíes.

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