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La importancia de Siria

Marcos Peckel
30 de marzo de 2011 - 03:40 a. m.

Luego de 11 días de protestas la situación es cada vez más tensa. Ayer, el gobierno presidido por Mohamed Nayi Otri presentó su renuncia. Se espera que hoy el presidente, Bashar al Asad, anuncie reformas.

Bien lo dijo el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger a finales de los años 70 refiriéndose al conflicto palestino-israelí: no hay guerra sin Egipto y no hay paz sin Siria, señalando la importancia de este último país para la estabilidad regional.

Un país gobernado por la dinastía Al Assad desde hace 40 años, perteneciente a la minoría alauita, una secta chiita en un país con el 70% de población sunita y con una gran diversidad religiosa donde cerca de tres millones de cristianos gozan de libertades que les son negadas en otros países de la región.

La población siria padece los mismos flagelos que sus contrapartes en Egipto, Túnez y Libia; desempleo, falta de oportunidades, corrupción rampante, nepotismo, régimen autocrático, falta de democracia y libertades. Pero es a la vez una sociedad diferente, cerrada, donde los servicios de seguridad y el ejército controlados por miembros de la secta del presidente Bashar al Asad harán uso de todas las medidas a su disposición para suprimir las manifestaciones.

Ejemplo de lo anterior fue la ciudad de Homa en 1982, cuando Hafez Assad erradicó una revuelta de la Hermandad Musulmana destruyendo la ciudad con un saldo de aproximadamente 35.000 muertos y la supresión, por parte de su hijo, de una revuelta kurda en 2004 con centenares de víctimas.

En la última mitad de siglo, Siria ha sido protagonista de los conflictos en la región. Sus fuerzas invadieron Líbano en 1975 cuando este país se desangraba en una guerra civil que sólo acabó en 1989. En 2005 las tropas sirias finalmente se retiraron de Líbano a raíz del asesinato del expremier Rafik Hariri, del cual Siria fue acusada, pero hasta el día de hoy Damasco sigue, a través de sus alianzas con Hizbulá, grupos cristianos y drusos, controlando efectivamente lo que ocurre en el país del cedro.

Damasco es también sede de la dirigencia de Hamas y otros grupos radicales palestinos y, a través de su frontera con Irak, Siria ha permitido la entrada de yihadistas y de armas para los insurgentes sunitas en el Irak post-Saddam.

El país se encuentra gobernado con leyes de emergencia desde 1963 por su conflicto con Israel. Sin embargo, la frontera ha permanecido en calma absoluta desde 1973 y ambos países dirimen sus conflictos en territorio libanés. Solamente en 2005 una incursión de la fuerza aérea israelí destruyó un pequeño reactor nuclear. Siria es además el único país árabe aliado de Irán en una relación basada puramente en intereses y en enemigos comunes pues ambos regímenes son radicalmente diferentes.

La intensidad de las manifestaciones ha sorprendido a propios y extraños y ha colocado a su presidente, oftalmólogo educado en Inglaterra, en un dilema entre reprimir o ceder a las pretensiones de los manifestantes. El desenlace de esta “primavera siria” es de pronóstico reservado.

Su importancia estratégica es tal que una posible caída del régimen alauita tendría trascendentales consecuencias en Líbano, Irak, el conflicto palestino-israelí y la región toda.

 * Experto en Oriente Medio

 

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