Construir democracia

La importancia del liderazgo político

Hernando Roa Suárez
04 de abril de 2018 - 03:00 a. m.

Necesitamos líderes políticos comprometidos con la implementación constitucional de los Acuerdos y la construcción de la paz.

El estudio de los líderes y el liderazgo ha sido y seguirá siendo significante. En Oriente y en Occidente; en el Norte y en el Sur, se les busca, se les sigue, se les honra, se les juzga y se les mata. ¿Podríamos negar esta última situación histórico-dramática de la condición humana?

Preguntémonos: ¿es el liderazgo simple innovación cultural o política? ¿Es esencialmente inspiración o movilización de seguidores? ¿Es el líder un defensor de valores? ¿Qué relaciones deben existir entre el líder político y el estadista? Y una más: ¿podemos distinguir entre los líderes y los buscadores de poder? Parece que sí. Según mi percepción, los líderes que han influido decisivamente en el curso de la historia colombiana en los siglos XIX, XX y XXI no han sido meros buscadores de poder (Mussolini, Hitler, Stalin… Perón, Somoza, Pinochet, Fujimori, Chávez, Maduro…), sino aquellos que, gracias a su formación intelectual, capacidad ética, vocación de cambio, legitimidad en el ejercicio del poder y posibilidad de realizar lo difícil, han modificado el destino de pueblos y regiones en que nos hemos organizado los seres humanos.

Reflexionando en torno a la problemática del liderazgo político sabemos que es el resultado de un proceso histórico global y, por tanto, los esfuerzos por simplificarla y tipificarla, sin tener en cuenta la complejidad de la realidad dentro de la cual emergen, son trabajos que conducen a resultados parciales y deficientes.

Me inclino a pensar que el estudio del liderazgo político debe ser visto como parte de la dinámica del conflicto social, de la estructura del Estado y del poder, de la organización de los partidos políticos y los movimientos políticos y sociales, del proceso de paz y la solución de conflictos, de la gobernabilidad, y de la toma de las decisiones, en espacios y tiempos determinados; por cuanto poco es el liderazgo político, si no está vinculado a procesos colectivos.

El liderazgo político futuro para nuestro país lo entiendo no como un juego entre las élites o una respuesta populista, sino como el resultado de un camino en que se cuente con un proyecto y una estructura para la acción, con miras a establecer una sociedad justa, pacífica, libre y con posibilidad de organizar un desarrollo sostenible.

Frente a las crisis, los pueblos y los procesos sociales facilitan la eclosión de liderazgos que conducen a su solución: líderes políticos y estadistas que encarnan proyectos históricos: Lincoln, Lenin, Juárez, Gandhi, Roosevelt, Mussolini, Hitler, Mao, De Gaulle, Churchill, Adenauer, Kennedy, Obama… son algunos ejemplos importantes a nivel mundial. En América Latina tenemos casos ejemplares de tales liderazgos: Benito Juárez, José Martí, Salvador Allende, Ricardo Lagos… Colombia no es una excepción: José Antonio Galán, Antonio Nariño, Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Rafael Núñez... Rafael Uribe Uribe, Manuel Murillo Toro, Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Alberto Lleras Camargo, Jorge Eliécer Gaitán, Carlos Lleras Restrepo y Luis Carlos Galán… son ejemplos significativos, no los únicos.

Según mi conocimiento, cuando el líder actúa en beneficio de la comunidad recibe, como fruto de su labor, la gratitud política de las masas y, a través del prestigio adquirido, puede acceder a los más altos cargos de representación y función pública. Mas cuando usa la vocación sólo para servirse, y enriquecerse él, sus hijos, familiares y allegados, terminará su existencia posiblemente enriquecido económicamente, pero despreciado y hasta odiado por el pueblo (Stalin, Somoza, Mussolini, Hitler, Fujimori, Noriega, Pinochet, Chávez y Maduro... son casos significantes al respecto; existen otros). El líder que desvirtúa los fines superiores de la política acabará como un politiquero; y es claro que en nuestro país existe ya un profundo rechazo a esas prácticas y conductas que han demostrado su ineficiencia en términos históricos.

Estando en pleno proceso para la elección de presidente, estamos invitados a pensar; a conocer bien los candidatos y sus reales historias y pretensiones. Mi experiencia e información confiable me indica que especialmente la juventud universitaria está ahíta de los líderes políticos y presidentes y expresidentes, que han actuado y actúan como politiqueros.

El señor procurador, Fernando Carrillo, tiene razón cuando sostiene: “O recuperamos la política de las manos de los corruptos o la democracia terminará asfixiada por el pesimismo y en manos del populismo”. Y complementa: “Los buenos políticos son aquellos que respetan la ley y la Constitución y son capaces de mirar a la cara a los ciudadanos. Aquellos que son ejemplo de probidad y altruismo, los que rinden cuentas, los que exhiben como su mayor credencial, la honestidad y no sus cuentas secretas en paraísos fiscales”. Ahora tenemos una oportunidad para impedir –por la vía democrática– que los politiqueros continúen en el ejercicio del poder; de nosotros –los demócratas– depende. No olvidemos algo evidente en los últimos decenios en Colombia: los malos gobernantes han sido electos por los que no votan.

roasuarez@yahoo.com

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