La insoportable levedad de los felices

Julio César Londoño
06 de febrero de 2021 - 03:00 a. m.

Qué insoportables son las personas felices. Deberían reservar su nirvana para el consumo doméstico, pero no, tienen que irradiar esa energía que los desborda, ese frenesí que los alborota y los hace evangelistas del amor; son predicadores que ya pasaron la puerta, expelen consejos que nadie les ha pedido, contraen nupcias (el verbo es diciente), tienen hijos, gatos y perros, hacen fiestas. Son, en suma, vectores de altísima perturbación social.

Las encuestas demuestran que las personas casadas son más felices, pero olvidan un detalle: ¿son felices porque están casados o se casaron porque eran felices?

Otra cosa insoportable de los felices es que tienen “razones” para todo. Como parten de la premisa de que el universo es perfecto, usted puede sentirse tentado a recordarles los tsunamis, los virus, los bebés deformes, las injusticias y otros asuntillos del universo. Sin mosquearse, los felices le dirán: “Todo ocurre por una razón”. No saben cuál es la razón pero tienen una fe conmovedora en su existencia y saben sin vuelta de hoja que todo conspira para la perfección del universo, incluidos los bebés con malformaciones.

Existen muchas definiciones o fórmulas de la felicidad, pero la más curiosa es la de los griegos: sin un buen morir, no hay vida plena. Tenían razón. ¿De qué vale tenerlo todo en la vida si vamos a padecer una agonía larga? Álvaro Mutis lo resumió con palabras insuperables: “Que la muerte te acoja con tus sueños intactos”.

La fórmula de Carl Jung tiene un elemento original. La felicidad es la suma de cuatro riquezas: bienestar, sensibilidad estética, relaciones armónicas y una cosmología filosófica o religiosa que permita lidiar con las grandes tragedias de la vida (con las expectoraciones del universo, digamos).

Voltaire pensaba que la felicidad era una zorra; un desarreglo del sistema nervioso, por fortuna pasajero. Puesto a escoger, prefería la sabiduría sobre la felicidad. “Quién quiere ser un bobo contento”, se preguntaba echado sobre el regazo de una señora inteligente y muy bien casada.

Un poco antes, Erasmo de Rotterdam había demostrado que la sabiduría era una necedad, un bostezo largo, y que la estupidez era un requisito indispensable de la felicidad.

La Rochefoucauld sabía que no es suficiente ser feliz: es necesario que nuestros vecinos sean infelices. En caso contrario, nuestra dicha será precaria y estará nublada siempre por la puta sombra de la envidia.

En lo que sí coinciden los psicólogos cuánticos, los teósofos y los masones es que el amor es la esencia de la vida, una suerte de aleph, el punto que contiene todos los puntos, el centro de los radios del universo, el norte óptico donde convergen los ojos de Magdalena y Jesús, o de Petro y Fajardo, si me permiten el salto.

Notas

Hace 50 años los Estados centraban las políticas públicas en la búsquedad del bienestar de sus habitantes. Cada vez más demagogos, ahora prefieren crear ministerios de la felicidad, esa cosa indefinible (y quizá indeseable). Los neoliberales dicen: rebúsquese como pueda y nosotros mediremos la relación entre sus expectativas y su miserable realidad, es decir, su coeficiente de felicidad subjetiva.

Las estadísticas deberían medir también el bienestar de los animales. No merece llamarse humana una especie que vive de espaldas al dolor de esas criaturas.

La prueba de que la humanidad es desdichada, o al menos muy aburrida, es el auge del sector del entretenimiento.

“El desprecio por la palabra rutina evidencia nuestra torpeza en el arte de vivir” (Nicolás Gómez Dávila).

Los románticos saben que el oro no puede comprar nada.

Los bárbaros ya lo compraron todo.

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Jaime(20696)04 de abril de 2021 - 01:07 p. m.
Julio Cesar, paisano buenisimo te articulo, pero te quedo cojo, te faltaron los fijeros. o sea los que van a la fija, esos que como prostitutas mentales, siempre estan con lo de moda, con el cantante que mas sale en television, con el politico o presidente de turno. en el 90 fueron GAVIRISTAS. en el 98, fueron PASTRANISTAS, y en el 2022, seran cualquier cosa, expertos en posar felicidades
Jaime(20696)04 de abril de 2021 - 01:10 p. m.
Su coeficiente, no les da para mas y asi dicen que son felices, y se aprenden de memoria, toda la carreta barata del disque feliz, se distinguen por su cara de muñeco permanente, como adorno de ponque de bodas DEFINITIVAMENTE CON SU IGNORANTE FELICIDAD, SON INMAMABLES
Pedro(23825)07 de febrero de 2021 - 02:52 a. m.
A mi me guía la ciencia. Me canse de invitar al Maese Julio para que experimentara con el mas poderoso enteógeno sobre el planeta para que después habláramos. Llevo dos años. Y si, en mi vocabulario no existe la palabra "imperfeccion", o "culpa" para citar otra y absolutamente todo lo veo dentro de lo posible en este mundo. Con solo respirar tendria como motivacion de vivir.
Jose(46118)06 de febrero de 2021 - 11:22 p. m.
Hay Julito. Lo dijo Platòn Por esto esto se llama Mundo y no lo inventó Usted y yo Tampoco.
Mar(60274)06 de febrero de 2021 - 09:35 p. m.
Jajajajaja y el final, excelente!
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