La JEP arranca coja

Daniel Pacheco
26 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Hoy se anuncia el resultado de una de las elecciones más importantes para que en los años que vienen funcione el proyecto de la paz negociada en Colombia. Una elección que está al nivel de las que tomaremos en el 2018 para elegir presidente de la República y nuevo Congreso. Se trata de la elección de los 20 magistrados del Tribunal para la Paz, de los 18 de sus respectivas Salas de Justicia, siete suplentes para el tribunal y seis suplentes para las salas, para un total de 51 magistrados. Estos magistrados serán los encargados de llevar a la práctica la promesa de que “el resarcimiento de las víctimas debería estar en el centro de cualquier acuerdo”, según dice el mismo acuerdo. Serán los magistrados encargados de seleccionar delitos, llamar a declarar, y juzgar a los jefes guerrilleros de las Farc, a los miembros de la Fuerza Pública y todos los “terceros” involucrados en delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del conflicto armado.

Aun sin haber visto la lista de los escogidos que se publica hoy (escribo el lunes), aun sin haber gastado las 19 horas y media necesarias para ver todas las entrevistas con los 78 preseleccionados que están disponibles desde apenas el viernes 23 de septiembre en internet, me temo que esta elección no arrancó bien, a pesar del enorme esfuerzo por lograr una corte diversa y pluralista (un dato notable es que el 68 % de los preseleccionados para el tribunal son mujeres). Me temo que la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) empieza con una primera tarea desafortunada: tener que ganarse la legitimidad necesaria para hacer lo que está diseñada para hacer antes incluso de empezar a trabajar.

Tanto los militares, como la academia, como la izquierda, y por supuesto la derecha están descontentos con la preselección. Escarbando debajo de las preocupaciones de cada uno encontré sobre todo prejuicios ideológicos (los de izquierda ven al “coco” en candidatos que vienen de la jurisdicción militar, y los de derecha ven el “coco” en la mayoría que viene de organizaciones y posiciones académicas de defensores de derechos humanos), prejuicios coyunturales (la presencia de Francisco Acuña, quien reemplazó en la Presidencia de la Corte Suprema a Leonidas Bustos acerca esta elección al tema del “cartel de la toga”), y prejuicios superficiales (que hay unos extranjeros ahí escogiendo, que la delegada del sistema universitario es una farmacéutica de la Nacional, etc.).

Tres cosas serán claves para saber si la JEP logra armarse de legitimidad y superar el estándar rastrero de Justicia y Paz que en diez años ha logrado muy poco: trabajar rápido, no pelearse con la justicia ordinaria y lograr la justicia suficiente para satisfacer a la Corte Penal Internacional, pero no demasiada como para descoser al país político. Por eso será clave ver quién es designado presidente o presidenta del Tribunal de Paz.

Dirán que era obvio que luego de perder el plebiscito el JEP arrancara coja. Tal vez. Pero incluso tras el plebiscito es poco alentador que una decisión tan importante para Colombia como la selección de estos magistrados haya carecido de un mejor nivel de debate público, de democracia. Esto va más allá del afán del comité que selecciona. Es solo otro ejemplo de lo que le cuesta todavía a esta sociedad activarse en las decisiones que son realmente importantes para su futuro.

@danielpacheco

 

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