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La justa defensa de los nerdos

Ángela María Orozco
05 de junio de 2008 - 01:42 a. m.

ESTA SEMANA EN EL HISTORY CHA-nnel, en la serie “El hombre y la máquina”, describieron el proceso que llevó a Alexander Graham Bell a inventar el teléfono… Todo su trabajo, su persistencia y su investigación.

No puede uno menos que concluir que el éxito y el desarrollo de una sociedad como la estadounidense están en el valor que les han brindado a las ideas, al conocimiento, a la investigación, al trabajo duro. Ese ha sido claramente el pilar fundamental del desarrollo de ese país y de su economía. Sin duda alguna es la capacidad de observar, de repensarse, de aportarles otras perspectivas a realidades en teoría conocidas, la que hoy en día domina la actividad empresarial y la que garantiza la supervivencia en un mundo cambiante.

Contrasta esto con las encuestas nacionales y las que publica la revista América Economía todos los años a nivel latinoamericano, en las cuales los jóvenes latinoamericanos consideran que es mucho más importante conocer la gente adecuada, las relaciones públicas y las conexiones, que el estudio y la preparación, la investigación y el trabajo... sí señores, esa investigación y ese trabajo que países como EEUU o Alemania premian desde hace varios siglos.

Preocupa sobremanera qué futuro les espera a nuestros países si la juventud, es decir, su fuerza laboral futura, considera que son más importantes las relaciones sociales que la preparación, el estudio, las ideas, el emprendimiento, el esfuerzo. Y no me tomen a mal, no es que las relaciones sociales y el networking no sean valiosos. Claro que lo son. Pero como complemento a las buenas ideas, buenos proyectos, trabajo y perseverancia, y no al contrario.

Es importante que en nuestra sociedad empiecen a imperar los modelos de rol producto del trabajo, dedicación y esfuerzo. ¿O es que creen que un Gabriel García Márquez es producto del azar o de sus relaciones? Recuerdo unos apartes de su discurso en el homenaje en el Congreso de la Lengua el año pasado en Cartagena, cuando comenta que viviendo en México envía a una editorial argentina su novela Cien años de soledad, y que su señora Mercedes empeñó hasta su última alhaja para vivir en esos tiempos, y luego, para pagar el despacho del manuscrito a la editorial argentina, tuvo que partir el manuscrito en dos y enviar la primera parte pues no tenían dinero suficiente para mandarlo todo. Gabo habla de muchos años de esfuerzo y privaciones, y de cómo aún hoy se levanta todos los días muy temprano a escribir, rutina en la que lleva más de 50 años.

Si bien el talento de Gabo es innegable y avasallante, ¿quién puede negar que su trascendencia es además producto de mucho trabajo y disciplina? ¿No creen que algo similar puede decirse de la vida de muchos personajes exitosos colombianos: Shakira, Juanes, Rodolfo Llinás, Orlando Ayala? Y del mundo. O qué es Bill Gates, si no el ejemplo de que el talento acompañado de una gran dosis de trabajo y perseverancia lleva al éxito.

¿A quién le cabe duda de que, más que las conexiones, a estas personas sobresalientes en sus distintas áreas las llevaron al éxito su estudio, su dedicación, perseverancia y trabajo? ¿Y cómo lograr que el imaginario colectivo de los colombianos cambie para valorar el estudio, el conocimiento, las ideas, el trabajo duro, en lugar de las simples relaciones sociales?

Además de la protección a los derechos de propiedad intelectual, los diferentes reconocimientos al aporte empresarial (Premios Portafolio, premios a la innovación, etc), los distintos programas y concursos que buscan premiar el emprendimiento de parte de nuestros jóvenes (ventures, etc.), ¿qué más tenemos que hacer como sociedad para que las nuevas generaciones sientan que estudiar, investigar, liderar nuevos proyectos, son esfuerzos valorados y reconocidos por nuestra sociedad? ¿Cómo dejar de lado el afán de hacer dinero rápido, la alternativa del camino más corto y fácil que el fenómeno narcotráfico introdujo en nuestra sociedad, o la desesperanza de las personas que a pesar de todos sus esfuerzos para educarse y movilizarse socialmente se estrellan contra una pared de relaciones públicas?

Este es realmente el gran reto de Colombia y sus futuras generaciones. No se trata solamente de mejorar los sistemas educativos, o de promover la investigación y el desarrollo, la ciencia y la tecnología. Se trata de empezar a darles el adecuado valor que se merecen estos temas en nuestra sociedad, de brindar esperanza a las personas que hacen enormes esfuerzos por superarse. A los que respetan el turno en un banco, en un consultorio, en un almacén, y no optan por un tratamiento excepcional porque conocemos a la señorita de la ventanilla.

¿Cómo pretendemos que nuestros niños crezcan en el respeto si nos pasamos semáforos en rojo, compramos películas piratas en los semáforos o estacionamos el carro en lugares prohibidos? El trabajar, trabajar y trabajar del presidente Uribe es un ejemplo de los mensajes con los que deben crecer nuestros jóvenes. Pero también, que hay que estudiar y prepararse para este trabajo, que en sí mismo es un enorme esfuerzo. Sólo así podríamos llegar a una verdadera sociedad equitativa, en la cual se premie a los que cumplen las normas, aquellos que llegan primero, aquellos que hacen la tarea, aquellos que más estudian y trabajan. ¿Cómo lograr que los nerdos empiecen a ocupar el lugar que se merecen en nuestra sociedad?

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