La ley del embudo

Beatriz Vanegas Athías
04 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Hernando José Marín Lacouture es un compositor (poeta popular) que nació en El Tablazo, San Juan del Cesar, Guajira, en septiembre de 1946 y murió en un accidente a bordo de un taxi que se salió de la carretera a la altura del cruce El Bongo, cerca de Los Palmitos en el departamento de Sucre.  Su muerte ocurrió el 5 de septiembre de 1999, cuatro días después de haber cumplido 53 años. Escribió cantos vallenatos que hacen parte de la banda sonora vital de la Costa Caribe y de gran parte del de los colombianos.  “La creciente” interpretado por Rafael Orozco la voz de El Binomio de oro: Un grande nubarrón se alza en el cielo/ ya se aproxima una fuerte tormenta (…). "Lluvia de verano” en la voz inmortal de Diomedes Díaz: Porque fuiste como lluvia de verano (y al que le pica que le pique/ por mí que se siga rascando/ (…). “Sanjuanerita” cantado por Jorge Oñate: Contemplándote bonita/Viendo tu cuerpo que brilla/Como el agua del Cesar/Y el murmullo de la brisa/Y el cascabel de tu risa/Me acompañan a cantar.

Pero a Hernando Marín se le deben, además, tres composiciones que ya quisieran haber escrito los músicos de hoy. Tres cantos cuya preocupación central es la denuncia (no tan candorosa como muchos quisieran) del desamparo total. Aunque no me imagino a Carlos Vives, Juanes, Fonseca o Maluma con ese nivel de conciencia social para escribir cantos como “Los maestros”, “La dama guajira” o “La ley del embudo”. Tres vallenatos que van más allá de los consabidos asuntos de amor, desengaño o abandono. “Los maestros” es el canto que da título al LP de los Hermanos Zuleta publicado en 1976 cuando Poncho Zuleta no le daba vivas a la tierra paramilitar. Entonces interpretaba el sentir de Hernando Marín y acotaba en medio de los versos: “Maestros del mundo uníos por vuestra reivindicación”. En fin que en Los maestros, Poncho Zuleta amplificaba el dolor de Hernando Marín quien a su vez se erigía cantor-denunciante de ese ser que: “va a la escuela diariamente/No le importa que critiquen su aguerrida voluntad/”

En 1978, Fredy Peralta y Emilio Oviedo cantaron  un paseo titulado Castigo de Dios, que es un lamento contundente sobre el deteriorado sistema de  salud. La poesía del dolor del otro que ha empeorado hoy en la comprobación de que no todo tiempo pasado fue mejor y que el futuro (esa vana ilusión) será peor: “Pero pa´ curarlo ponen condición, si no hay dinero se muere el enfermo, /los hospitales que paga el gobierno, no parecen que son de la nación/Lo que buscan es resentir el pueblo, hasta que estalle una revolución”.

El arte poética social del poeta Hernando Marín sin duda es La ley del embudo, canto que graban “Beto” Zabaleta y Emilio Oviedo, en su primer trabajo discográfico en 1976. Tiene tal vigencia esta composición que los versos La Ley del Embudo/Lo ancho pa' ellos y lo angosto pa' uno/ hacen parte del refranero que sirve como argumento a las conversaciones cotidianas. Un poema (un canto) puede verse entonces como un discurso político a través del disparate fonético y rítmico empleado: Ley de la ballena/Lo angosto pa' uno y lo ancho pa' ella/; o como una piedra filosa que se lanza por medio de una potente imagen táctil que hiere: La ley del más fuerte/Como están armados se hacen los valientes.

Hernando Marín supo (como lo saben los cantores campesinos) de dónde venía y no tuvo más pretensión que defender su habitar en ese mundo marginado y abandonado a su suerte. Tuvo la palabra rítmica y el buen decir. Tuvo el talante de los que siempre asumieron el rol del personaje decente y libre en la pieza de teatro que es la vida. Por eso sus parlamentos daban en el clavo como en esta bien elaborada metáfora de la guaca que es Colombia para la extracción de sus riquezas por parte de los gobiernos foráneos. Hablo del canto La dama guajira: Ahora que la dama tiene plata/Viene el galán a la casa y promete quererla/Claro tiene el gas que es una ganga/La sal de Manaure y su carbón de piedra/Pa los gringos ay su carbón de piedra/Pa los yankees ay su carbón de piedra/Pa los monos ay su carbón de piedra/Y a nosotros nos dejan viendo candela/.

Coletilla. Durante la pasada campaña electoral, el también guajiro cantante y compositor Felipe “Pipe” Peláez se la cantó al entonces candidato Iván Duque, cambiándole el verso final. Imagino que a nuestro experto presidente en el arte de la mentira y del decir necedades le entraron esos versos por un oído y le salieron por el otro. Aquí dejo el video.

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