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La maldición de las loterías

Mauricio Botero Caicedo
05 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

Hace unos días falleció en Estados Unidos Jack Whittaker, quien en el 2002 ganó US$315 millones con Powerball, hasta esa fecha el premio de lotería más grande de la historia. Unos años después Whittaker estaba en quiebra, su esposa lo había abandonado y su nieta favorita moría por una sobredosis de droga. Francesc Núñez, profesor de la Universidad Abierta de Cataluña, comenta sobre los peligros que acarrea ganarse una lotería: “Recibir una enorme fortuna de golpe puede descolocar a una persona de tal forma que puede resultar difícil que rehaga su vida cotidiana: el sujeto pasa a ser expulsado de su mundo para convertirse en un nuevo rico, se siente mal, no se reconoce a sí mismo ni sus emociones y sentimientos, y en casos extremos eso puede culminar en una depresión o un suicidio”. El Fondo Nacional para la Educación Financiera (NEFE por su sigla en inglés) apunta que el 70 % de los ganadores de una lotería se gastan todo el premio en solo cinco años y la inmensa mayoría de los ganadores terminan solos y arruinados.

La maldición de las personas que ganan una lotería también se extiende a los países. La llamada political resource curse (maldición política de los recursos) es la idea de que la explotación de recursos naturales como el petróleo, combinada con prácticas rentistas y corrupción, hace que esos países se desarrollen menos que los lugares en que no existen estos recursos naturales. Y uno de los países que casi con certeza va a ser víctima de esta maldición de la abundancia es Guyana. Un reciente informe de la BBC afirma que la economía de esta nación de casi 800.000 habitantes, por cuenta del petróleo que está empezando a brotar del subsuelo, crecerá en el 2020 al 86 % anual, 14 veces más rápido que la economía china. Muchos temen que, al igual que hay quien recibe el premio gordo de la lotería y se lo gasta en una fiesta épica y un año después está más pobre que al comienzo, Guyana va a tener serias dificultades para convertir ese enorme influjo de dinero en desarrollo sostenible.

Según reciente artículo de The New York Times, “las primeras exportaciones de petróleo a pequeña escala comenzaron en enero. Aunque el dinero que recibirá el gobierno en 2020 tan solo es una fracción de lo que vendrá cuando la producción llegue a 1,2 millones de barriles al día a finales de esta década, se espera que una tercera parte del presupuesto del Estado para este año provenga de los ingresos del petróleo. No obstante, es probable que ese pronóstico reciba un golpe significativo del colapso repentino en los precios del petróleo, la pandemia del coronavirus y la parálisis política que padece Guyana”.

Apostilla. Cirque du Soleil, una de las empresas de espectáculos más conocidas del mundo, se declaró en quiebra esta semana debido al impacto de la pandemia del coronavirus, mientras los principales inversores de la compañía presentaron un plan de reestructuración de sus deudas, que superan los US$900 millones. ¿Implica esta movida que va a desaparecer el emblemático circo? No parece muy probable, dado que el modelo de negocios fue inmensamente exitoso durante más de 35 años y con seguridad lo seguirá siendo. Los accionistas y los acreedores son los que van a tener que asumir los enormes costos que la reestructuración de la empresa demandará. En opinión del autor de esta nota, los espectadores vamos a seguir disfrutando de los maravillosos espectáculos del Cirque du Soleil por muchas décadas más.

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