Publicidad

La mejor defensa es el ataque

Mario Morales
03 de septiembre de 2008 - 02:35 a. m.

PUEDE QUE LA PALABRITA NO SEA muy sonora. En inglés se conoce como “bluff”. Los españoles la traducen como “blofeo”. Los jugadores de póquer la entienden y la utilizan como “engaño”. Los actores como parte del proceso de creación de un personaje. Los periodistas la traducimos, sin permiso, como “cañar” para significar que algo parece y no es. En las esquinas el término fue adaptado como “farolear”, “aparentar” o “pantallar”.

Pero fueron los políticos (¿quién más?), quienes cansados de conjugarla en “todas las anteriores” manifestaciones, la llevaron, con su proverbial exageración, al terreno de la propaganda, donde adquirió su fama, mala por supuesto, pero “rendidora”, como suelen decir en voz baja los asesores de imagen cuando celebran los resultados de las encuestas.

En ese terreno propagandístico el bluff es la táctica de atribuirle a los enemigos u opositores los propios errores. En nuestro país, hasta el momento, ha demostrado extraordinaria eficacia, como lo saben indistintamente Juan Fernando Cristo, César Gaviria, Daniel Coronell, Yidis Medina, Gustavo Petro, Jorge Robledo y una lista interminable de colombianos y extranjeros, suizos y franceses para más señas, que sin darse cuenta terminaron contra las cuerdas explicando actuaciones o decisiones que ya todos creíamos superadas.

Pero no es, por desgracia, un invento nuestro. Ya lo intuía Goebbels, el ministro de propaganda nacionalsocialista: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que les distraigan”.

En esto últimos años no ha faltado quien le haga mejoras. De ahí su éxito, que se debe, entre otras cosas, al impacto sicológico que afecta a quien creía tener la iniciativa y resulta dando explicaciones en medio de la transposición del debate, pues en vez de obtener respuesta a sus acusaciones, termina defendiéndose de esas mismas imputaciones.

El resultado es ése que vemos por estos días: frente a los graves señalamientos que tocan a la Casa de “Nari”, y a la Fiscalía de “Mede” y al Ministerio del “Inte”, estamos escuchando los descargos de la “Cate” y el “proce” ocho mil y el presunto “deli” de Coronell. Pero por parte del Gobierno no hay quien reconozca errores ni quien asuma responsabilidades.

Es entonces cuando el bluff deja su tono propagandístico y adquiere de nuevo el significado de la esquina o incluso, el que tiene en el póquer.

www.mariomorales.info

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar