La nota a continuación se basa en un documental que se obtiene digitando por Google: “Juego sin límites - la mentira del libre comercio DW Documental”. Pocas publicaciones revisten la claridad, la honestidad y la profundidad de este video.
El libre comercio, concluye al finalizar la publicación de la prestigiosa Deutsche Welle, “ni ha existido ni existirá”. Por ejemplo, ya se ha protegido la Unión Europea previamente con 53 aranceles para impedir la competencia de los productos africanos contra los suyos. Además, en su acuerdo de libre comercio les tienen prohibido a los africanos imponerles aranceles a todos los productos europeos.
Y continúa la DW, los europeos subsidian cada hectárea agropecuaria con 280 euros por año e invierten en tales subsidios 60.000 millones de euros también por año. Y para asegurar sus ventajas competitivas, mantienen la moneda de la Unión Europea, el euro, cuidadosamente devaluado frente a casi todas las monedas del orbe. En síntesis, la UE es un gigante ventajoso y los africanos, una evolución de la esclavitud europea de antaño.
El mecanismo, explica la DW, es muy claro. Los subsidios, la mecanización y las técnicas agrícolas avanzadas de ciertos países sobreproducen alimentos tan baratos que les impiden competir con ellos a numerosos países en vía de desarrollo y, de paso, les destruyen con ellos su producción y su empleo doméstico por la vía del libre comercio. Esto está sucediendo no solo en el sector agropecuario sino también en incipientes sectores industriales.
Los absurdos anteriores me permiten afirmar que los propios países europeos son los culpables de las emigraciones de africanos que se lanzan al mar para convertirles a Europa en “Euráfrica” por un lado y en “Eurasia” por el otro. En Centroamérica, quizá, ya sucede lo mismo con los Estados Unidos.
Emerge en el documental de la DW el propietario de una marca de bicicletas de fama mundial del tipo “mountain bikes”, de las cuales afirma su dueño que en el pasado se fabricaban totalmente en Alemania. Pero hoy día tan solo las diseñan y las arman ellos: los chinos fabrican el 48%, los marcos en especial, las pintan en Taiwán como producto alemán y las venden en el mundo como producto alemán.
Interviene a continuación en el documental aludido un agricultor suizo, quien afirma que los salarios de su país son 50% más elevados que los de Alemania y, en consecuencia, Suiza no podría producir ningún alimento si no fuera gracias a los aranceles. Por ejemplo, por importar 100 kilos de fresas en tiempo frío le cobran al importador un arancel de tres francos suizos. Pero si se importan en tiempos de su cosecha, le cobran 109 f. s. Otro ejemplo, por importar 100 kilos de carne en tiempo frío le cobran al importador 500 f. s. y en tiempo de su oferta le cobran un arancel de 2.900 f. s.
La inefable Organización Mundial del Comercio (OMS) tiene como su lema que el libre comercio es el bienestar de todos. Que el nacionalismo más el proteccionismo son un mal coctel. Pero cuando la DW le informa al mundo que las cebollas subsidiadas por los holandeses arrasaron con las de Camerún, alimento básico y curativo para ellos, y que los gallineros de Camerún desaparecieron por culpa de los avicultores europeos, entiende uno perfectamente las migraciones antes mencionadas.