LA DISPERSIÓN DE LOS PARTIDOS Y EL confuso panorama de la política colombiana han influido para que se complique la vida de los usuarios de los transportes en Bogotá y de las franjas humanas de mayor miseria y abandono.
Lo que se había alcanzado con el Transmilenio, como la mejor solución de tránsito masivo, comenzó a irse a pique cuando el Polo Democrático inventó programas demagógicos, eficaces para ganar elecciones pero no para arreglar problemas de fondo como el hambre o la circulación de vehículos. Se ha cumplido lo que se advirtió cuando Peñalosa fue derrotado y se le impidió continuar su admirable obra. Hoy varias ciudades del mundo lo buscan para que las asesore en su progreso. En cambio, Bogotá atraviesa un grave momento de indecisiones y congestionamiento. Está, como el Polo, en medio de la exasperación de políticos con opiniones encontradas y sin derroteros fijos.
El ex alcalde Jaime Castro responsabilizó por los problemas del tránsito a “la libido de la placa”. Se refería a que el objetivo de cada cual se reduce a figurar en la primera piedra, en la placa inaugural de cualquier metro o tren de cercanías. Por su parte, el presidente Uribe debe tener en mente para sus planes reelectorales una ayudita al Transmilenio, con la condición de esperar a que la Nación consiga la platica que tanto se le ha ofrecido.
Todo se les ha ocurrido a los políticos, menos la solución sensata de entregarle el problema del tránsito a los más señalados para solucionarlo: los técnicos. Existen los profesionales colombianos expertos en el tema, pero si faltaren habría que apelar a los extranjeros para lograr un Plan Regulador con fórmulas integrales para el Gran Bogotá del V Centenario.
No es con consignas que emocionen a los profanos, sino con fórmulas concretas y estudios exactos de los previsibles desarrollos de la ciudad, como se podrá acertar en la remodelación de la carrera 7ª, en los controles a buses, camiones y taxis, y en el mejor aprovechamiento de los corredores que ya existen para permitir la reducción de los carros particulares.
COLETILLA.– Las soluciones políticas geniales al transporte han terminado estrellándose unas contra otras.