La ministra del referendo contra la justicia

Cecilia Orozco Tascón
19 de junio de 2019 - 02:15 p. m.

Curioso. Es el adjetivo más suave que uno puede expresar cuando piensa en la coincidencia temporal entre el momento escogido por el presidente Duque para cambiar a su titular en el Ministerio de Justicia, la persona a quien nombró y la propuesta del senador Uribe Vélez de darle golpe de Estado precisamente a la Justicia mediante un referendo para cerrar la JEP, eliminar todas las cortes creadas por la Constitución del 91, echar a los magistrados que las componen e imponer un único tribunal confeccionado a su antojo, también con nuevos togados que estarán sometidos a su “Estado de opinión”, es decir, a él. Curioso que después de meses de hostigamientos y burlas del uribismo más áspero a la ministra Gloria María Borrero, cuya gestión le parecía a esa facción no buena ni mala sino muy “liberal”, Duque hubiera decidido aceptar su renuncia; que, a continuación, su elegida para reemplazar a Borrero hubiera sido una magistrada (¿una magistrada de las que deberían ser echadas por el referendo? ¡Sí! Pero esta, de las propias tropas); que, en seguida, la nominada hubiera anunciado, en una desatinada intervención palaciega, otra reforma a la Rama Judicial; y que, de inmediato, hubiera surgido la intención de violar la independencia, la autonomía y la dignidad de la Justicia con un remedo de acto popular.

Pero si alguien se toma el trabajo de examinar de dónde viene la ministra que dirigirá el tinglado contra el Poder Judicial preparado por el fascismo criollo en el Poder Ejecutivo, no puede extrañarse y, en lugar de parecerle curioso, encontrará que ella es pieza clave que encaja en los planes del senador-jefe: Margarita Cabello Blanco no es una típica jueza de carrera como pretenden presentarla sus aliados pese a sus estudios de Derecho y a sus largos años en los estrados. La ambición de Cabello, que va más allá de un despacho y miles de expedientes, la ha acompañado desde el inicio de sus puestos con un norte de ascensos que no se explican solo por su buena fortuna. Barranquillera entroncada con los grandes caciques de su ciudad —Name, Gerlein, Char—, subió de juzgados a tribunales sin descuidar la política: un pie aquí, un pie allá, ha sido la fórmula exitosa, ni qué decir. La encantadora señora logró unir a los clanes clientelistas de la región para anunciar, todos ellos, que era su candidata a la Gobernación del Atlántico para las elecciones de 2011 aunque la cosa no le cuajara. Su hermana María Elvira, destacada como cónsul en Caracas por Uribe presidente, fue compañera electoral de Mauricio Pimiento en 2006, el exsenador del Cesar condenado dos años después por la Corte Suprema que comprobó que él participó y se benefició del delito de constreñimiento al elector concertado con el paramilitar Jorge 40 para repartirse los votos del Cesar.

Cabello Blanco, la ministra, saltó a la escena nacional cuando, en esa misma época, Uribe la incluyó en la terna para fiscal general siendo procuradora delegada de Alejandro Ordóñez que la apalancó con el presidente, junto con el gran contratista del Estado David Name (hermano del congresista José Name) y el senador Roberto Gerlein, según se lee en los registros de prensa. Cabello Blanco, la ministra de Justicia que adelantará el homicidio de la rama que la ha mantenido, fue el centro del escándalo en ese proceso de selección: el entonces magistrado Luis Javier Osorio, de la Sala Laboral de la Corte Suprema electora del Fiscal General, denunció en Sala Plena que intentaron sobornarlo con importantes cuotas en la Fiscalía para que votara por Cabello Blanco, la hoy ministra de Duque, la candidata de Uribe y Ordóñez y Name y Gerlein. De la denuncia verbal de Osorio, son testigos presenciales los asistentes a esa sala, dos de los cuales consulté esta semana. Sus recuerdos son nítidos. Raramente, ni Osorio ni la Corte ni la “beneficiaria”, que negó saber quiénes compraban votos a su nombre, quisieron formalizar una denuncia y, así, todo cayó en el olvido. Cabello Blanco, la ministra, es recordada en la Suprema como una fiel aliada no de la Justicia, exactamente, sino de sus amigotes en la política y en los tribunales, por ejemplo, Francisco Ricaurte y Ruth Marina Díaz, preso uno y cercana la otra al famoso cartel de la toga. Cabello es la ministra contra la Justicia.

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