“La negociación”, entre primates y aullidos

Arturo Guerrero
30 de noviembre de 2018 - 09:40 a. m.

El comienzo del documental La negociación muestra en primer plano la cara antioqueña del comandante Mauricio, conocido como el Médico. Fue jefe del Bloque Oriental de las Farc, es un hombre bonachón entrado en años.

Tiene pinta de senador con varios períodos de sueño encima. Su ojo izquierdo parece caerse. Su sonrisa persistente suaviza la expectativa de los espectadores que temían una película de balacera ventiada.  

Relata la primera etapa de las negociaciones, la secreta, cuando un helicóptero lo levanta de la selva y lo conecta con un avión hacia La Habana. Sus colegas del Secretariado habían aprobado los acercamientos.

Ya en la mesa, el adiestrado guerrillero aparece cerca de la holandesa Tanja ataviada con boina tipo Che. Esta no habla pero imprime primor en medio de una asistencia ciento por ciento masculina. En frente están el negociador Sergio Jaramillo y el hermano del presidente de la República Enrique Santos. El ancho de la tabla no deja ni siquiera darse la mano.

Los primeros lances dejan ver que esta cinta se inmiscuye en el detrás de cámaras de las conversaciones que duraron seis años. Instala un espía en ese lugar hermético por decisión del Gobierno. Más aún, gracias a incontables entrevistas, el país de hoy se entera de que aquellos encuentros fueron un vaivén entre rupturas y comidas de sapos.

“Nos veían como primates”, comenta el delegado fariano a propósito de los intercambios iniciales. A su juicio, la contraparte consideraba a los hombres venidos de la selva como seres anclados varios siglos atrás de lo contemporáneo.

En un momento le reclama al negociador gubernamental: “Lo que proponen es una rendición”. La respuesta es de hielo: “Pueden irse”. Después del incidente, un toc toc anuncia a alguien en la habitación del guerrillero. Es el representante de Noruega quien destraba el nudo.

Y así sigue la trama, la edición difícil de una historia demoradísima cuyo único escenario es un salón con gente conversando, bla bla bla. No obstante, la directora Margarita Martínez, periodista de guerra con vasto palmarés y con un premio gringo Moors Cabot en el bolsillo, se salió con la suya.

En efecto, echando mano de archivos, voces de entrevistados, animaciones, el filme logra una acción nerviosa. Trescientas horas de grabación se apretujan en hora y media para narrar el lapso de inteligencia que puso término al uso de fusiles en la política, en este país tan carente de inteligencia.

Quedan en la retina el paso empinado de un par de generales negociadores y los aullidos contra los “terroristas” pronunciados por un presidente eterno que a última hora de esta semana pidió bloquear la exhibición de La negociación en salas.

Los asistentes a la premier de prensa en Bogotá quedaron fríos cuando la siempre sonriente directora anunció: “Tal vez ustedes serán los únicos que puedan ver esta película”. El fantasma plebiscitario del No sigue poniendo muros entre lo dialogado y acordado en La Habana, y los corazones envenenados de los colombianos.

arturoguerreror@gmail.com    

 

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