La noche de los dones

Julio César Londoño
30 de noviembre de 2018 - 08:24 p. m.

Vi buena parte del debate al fiscal. Lo confieso con vergüenza porque los discursos de los honorables son una mezcla insoportable de cinismo, gritos y disonancias cognitivas nivel bobazo. Salvo Robledo y dos más, los honorables son Demóstenes elevado a la menos uno. Como el filipichín de Rodrigo Lara, sinuoso, farragoso, limpio (ni una sola idea mancha su nítida y vibrante prepotencia). Los honorables no hacen ni siquiera un Power Point legible.

Nota: por desgracia, Robledo es un hombre brillante que se vuelve muy torpe a la hora de las elecciones y siempre resulta favoreciendo la peor opción.

Como siempre, Petro habló media hora de más. Fue una intervención muy bien documentada gracias a las “extraordinarias investigaciones de la Fiscalía”, según el comentario de NHM.

NHM demostró, mediante una biblioteca de folios que una mano sin rostro le pasaba por el fundamento con sincronización matemática, que él era víctima de una conspiración urdida por el FBI, el BID y el comunismo internacional. Y Robledo.

El momento cumbre fue cuando anunció que Dios le había enviado un audio de Pizano, que no sonó, donde el controller le decía a la Fiscalía (enero 23 de 2018) que él no sabía lo que el controller, el fiscal y medio mundo ya sabían.

Más serio que un pedorro, Uribe juró que él era una persona honesta.

Paloma Valencia hizo un impúdico publirreportaje del Grupo Aval y tiró la bomba: el video de Petro metiendo fajos y fajos de billetes en una bolsa en un saloncito turbio. Inmediatamente el camarada trinó que “eso era un préstamo” y exigió el derecho de réplica para decir “toda la verdad”, pero lo postergaron para darle la palabra a un borracho que logró el milagro de que los senadores sintieran vergüenza por primera vez en los anales del capitolio.

Y ocurrió la segunda intervención divina: el moderador levantó la sesión sin darle el uso de la palabra a Petro, circunstancia que le daba al camarada la oportunidad de encontrar una buena coartada. En lugar de aprovecharla, se apresuró a dar su versión y puso de testigo al más cínico y al menos lagarto de los paisas, Simón Vélez, quien dijo el jueves que él no le prestaba plata a nadie y menos a Petro. No le alcanzará el resto del Siglo XXI al camarada para limpiarse las heces de la Paloma.

¿Qué se sigue? Un fiscal ad hoc buscado con la lámpara de Diógenes, dicen, o de la ONU, como propuso Angélica Lozano, o una Fiscalía ad hoc paralela, como propone el procurador, que nunca le ha visto inhabilidades a NHM, o la celebérrima Comisión de Acusaciones… Comparto la propuesta del fiscal ad hoc. Al fin y al cabo es una figura que ha funcionado divinamente. Hemos tenido ejércitos ad hoc, los paramilitares, fiscal ad hoc de Aval, NHM, Estado ad hoc, representado en esa escalada de privatizaciones de bienes y servicios públicos que nos legó el neoliberalismo y logró arruinar los excelentes logros en servicios esenciales que habían alcanzado los Estados del Bienestar.

¿Qué pasara con el caso del fiscal ad hoc? Lo mismo que ha pasado con el titular, nada.

Mientras en América Latina ruedan cabezas de presidentes y cacaos por las coimas de Odebrecht, en Colombia solo caen los que llevaron las tulas con los dólares o los que compraron afiches y camisetas con esos dólares.

Quizá la consecuencia más notable de este escándalo sea que la popularidad de super Néstor se dispare y sea elegido presidente de Colombia en 2022 porque, como dijo Echandía, en Colombia no hay nada que confiera tanto prestigio como una larga impunidad. Me atrevo a pronosticar que NHM caerá para arriba en virtud de esa singular gravedad a la menos uno que rige la física nacional.

 

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