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La oportunidad como principio

Mario Morales
23 de julio de 2008 - 01:58 a. m.

PUEDE SER LA FÓRMULA MÁGICA. El principio de oportunidad servirá para solucionar algunos de los problemas más apremiantes del país. Esa facultad que tiene la Fiscalía para no investigar, o suspender la investigación de determinados delitos, descongestionará los despachos judiciales, desocupará las cárceles del país y hasta los buzones de quejas y reclamos del Inpec.

De paso le arreglará el problemita a 19 mil desmovilizados de los paramilitares y a los miles que esperan de las Farc. No importa que hayan pasado a segundo plano otros “detallitos” de la norma, reglamentada por el Congreso hace cuatro años, aunque ya estaba consagrada constitucionalmente, y que es explícita al señalar que opera para investigados que colaboren  para desarticular las redes u organizaciones en las cuales delinquían, o que delaten o declaren contra sus jefes. Es decir, el componente de verdad. Pero también enfatiza que aplica, y esa es una parte del componente de Justicia,  para delitos menores, como “ homicidios que no sean graves”, como dijo este lunes poniendo  cuero de gurre, el ministro Fabio Valencia Cossio.

¿Será ese el componente de creatividad, que según el fiscal Mario Iguarán había que sumarle? Pues así parecen haberlo entendido otros sectores del país que han adaptado a su manera el principio de oportunidad, y piden a gritos que a cambio de investigación haya perdón anticipado para Sabas Pretelt y Diego Palacio en el proceso de la yidispolítica; o para quienes tuvieron que ver con el  uso y suplantación de insignias, organizaciones humanitarias y equipos periodísticos en desarrollo de la ‘Operación Jaque’; o para quienes recogieron firmas pro-reelección en la marcha del 20 de julio, a pesar del previo acuerdo nacional de no utilizar las movilizaciones con fines políticos; o para quienes estamparon su firma en las actas de compromiso, de corte manzanillista, que circularon este domingo para la elección de los principales cargos del Congreso.

Debe ser que somos demasiado “buena gente”. O culiprontos al perdón generalizado e indiscriminado. O que, a pesar de nuestra perspicacia y nuestra madurez política, todavía no sabemos distinguir entre el principio de oportunidad y la oportunidad como principio.

www.mariomorales.info

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