La Orquesta de Viena y los 100.000 niños

Manuel Drezner
26 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Nuevamente se presentó en el Teatro Santo Domingo la Filarmónica de Viena, esta vez bajo la dirección de Gustavo Dudamel, y como era de esperarse de tan prestigiosa agrupación, que interpretó obras de Brahms y de Tchaikovsky, se oyó una orquesta que justamente se considera de primera línea por su sonido, su técnica y su gran tradición. Uno hubiera querido un programa más aventurero, no con los caballitos de batalla que tocó, ya que uno piensa que traer un grupo tan importante toda la distancia desde Viena para tocar lo que tocó es una lamentable limitación al esfuerzo invertido. De todas formas hay que agradecer esa oportunidad y desear en futura ocasión programas más novedosos, así el placer de escuchar a la orquesta es algo que no tiene precio.

Lo más importante de esta presentación, y lo que le da valor excepcional, es su contribución a un importante programa que desarrolla el teatro, llamado “Cien mil niños al Santo Domingo”. Se busca darles la oportunidad a niños de clases menos favorecidas para que puedan experimentar las delicias del arte en vivo. El programa en realidad ya ha traído a más de 200.000niños al teatro para darles conciertos, obras de teatro y hasta espectáculos de circo, y el valor social de este experimento sí que es incalculable. No sólo se están formando nuevas audiencias para el futuro, sino que también se muestra que el arte no debe tener misterios y la respuesta de ese público infantil ha sido abrumadora e impresionante. Lo cierto es que poco a poco se está destruyendo ese mito de que el gran arte es para élites y se muestra que, al permitir acceso a esas presentaciones, se crea el equivalente a un pan espiritual que es tan necesario como el pan físico de la comida diaria y a la larga da muchas más retribuciones.

Hasta donde yo sepa, iniciativas similares no abundan en el mundo, en especial al estar dirigidas a la infancia, y eso hace doblemente laudable lo que se está haciendo. La realidad es que el factor económico no debería limitar el acceso a la cultura y por eso lo que se está haciendo en el Teatro Santo Domingo merece el apoyo irrestricto de todos, y es bueno ver cómo la iniciativa privada se ha unido a la oficial para crear algo que es excelente, que tiene mucho futuro y que es un aporte social de magnitud. Que el público de mayor afluencia haya sido tan generoso en su contribución para esa idea igualmente merece ser resaltado.

La verdad es que el futuro de un país, sin que caiga en revoluciones que casi siempre fracasan, a la larga depende de dar igualdad de oportunidades a todos, y algo que se está haciendo sin demagogia y en forma efectiva es un ejemplo impresionante de cómo se puede hacer una labor que es benemérita y definitivamente eficiente.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar