YA LO SABÍA BENJAMÍN FRANKLIN hace tres siglos: La peor decisión es la indecisión. Hoy lo viven en carne propia, por razones distintas, el presidente Uribe y el alcalde Samuel Moreno.
El primero, con su ambigüedad frente a otra reelección, terminó por fraccionar su bancada que le allanaría la vía al poder hasta el 2018. Calló para evitar un vacío de gobernabilidad y generó eso que en ciencia política se llama bloqueo y que deviene parálisis gubernamental. Se le embolataron el referendo y la agenda política.
El segundo, empeñado en aparecer como conciliador, terminó por cargar el lastre de una imagen de lentitud, en términos políticos, disociada del vértigo de la problemática de Bogotá: aceptó la renuncia del secretario de movilidad sin tener un sucesor, demoró cinco meses en firmar un convenio de mantenimiento a los semáforos, tardó en nombrar funcionarios claves y se diluyó en globos de ensayo como el de pico y placa los sábados o la construcción de un escenario para eventos.
Por no dar a tiempo la cara al Concejo y a la Cámara, Samuel permitió que se consolidaran como certezas los sondeos sobre seguridad y movilidad, en vez de controvertirlos con estudios y estadísticas confiables. Ayudó a que la “crisis” que construyeron sus opositores, amplificada por los medios, echara raíces en la agenda ciudadana.
Los dos se olvidaron del día a día. Uribe nos hizo creer que con la seguridad democrática el “terrorismo” era cosa del pasado y que eso le alcanzaba. Moreno pensó que con la ilusión futura e intangible del metro era suficiente. Es difícil creer que no sepan qué hacer. Son sus dudas sobre “cómo y cuándo” hacerlo las que agrietaron la comunicación que parecía tan fluida.
Es cuestión de percepción, dirán sus asesores. Y quizá tengan razón. Al fin y al cabo eso es lo que mide la última encuesta en la que los dos bajan ostensiblemente. Y lo seguirán haciendo si no dejan tanto cálculo y recuerdan que están en cuenta regresiva, que los problemas no dan tregua y que si hay algo peor que tomar una decisión equivocada es no tomar ninguna.