Uno de los más serios desbarajustes de nuestro tiempo, pandemias aparte, tiene que ver con la curiosa inversión de roles que han asumido los políticos y los artistas. Quienes se suponían llamados a desafiar el orden moral, a jugar y a experimentar con los límites, a escandalizar y a transgredir las conductas de la época, es decir, los artistas, hoy son misioneros de las causas políticas más serias y trascendentes. El cambio climático, las migraciones masivas, las minorías, el colonialismo, las víctimas de todo tipo… Esos son los temas que dominan las prácticas artísticas contemporáneas. Frecuentan cada vez más los museos y son la carnada para conquistar al jurado de los premios. También, y esto es lo paradójico, son los temas que más fácilmente soslayan los políticos en su ininterrumpida disputa por el poder.
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La política como la más excitante de las bellas artes
26 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.