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La política: inundada de delfines

Cecilia López Montaño
18 de abril de 2011 - 12:24 p. m.

COMO SI A LA POLÍTICA COLOMBIAna no le sobraran problemas, que se pueden resumir en descrédito, partidos débiles, falta de ideas y de liderazgo ideológico, ahora le cayó un nuevo mal: se inunda de delfines.

A la lista de los hijos de Galán, a quienes ya no saben qué más ofrecerles y que militan en partidos distintos por si acaso, se le suma el de Gaviria, que será el próximo presidente de la Cámara de Representantes, el hijo de Diana Turbay, la hija de Gaviria, y ahora el hijo de Horacio Serpa. Este último fue impulsado por los delfines liberales, Galán y Gaviria. Pobre de aquellos jóvenes, hombres y mujeres de esas edades, que quieran entrar a la política y sobre todo al Partido Liberal. Esa propaganda por televisión del liberalismo, donde invitan a la juventud y a las mujeres sobre todo para que se conviertan en candidatos… no se ilusionen, sus opciones dependen de la voluntad de los galancitos y gaviritos, cuando no de los turbayitos y de los serpitos.

Colombia, hasta donde lo señala la Constitución, está tratando de consolidarse como una democracia y no ha sido, ni quisiera ser, una monarquía. Por consiguiente, aquí no se heredan las oportunidades ni los puestos así los progenitores hayan sido hombres, porque no hay mujeres aún, que hayan marcado el devenir de la Nación. La historia, para no hablar de la genética, demuestra que no todo se hereda, a diferencia de los privilegios que sociedades como la colombiana decidieron otorgarles a los delfines. Matricular de una a estos hijos e hijas cuando no nietos y pocas nietas —hasta en eso hay inequidad de género— en altos cargos de mando y responsabilidad política es muy injusto con las nuevas generaciones.

¿Qué sentirán los compañeros de colegio de todos ellos y de ella, cuando vean que probablemente, con mayores méritos personales, no tienen la más mínima posibilidad de alcanzar las posiciones que su congéneres tienen? Muchos tienen que esperar años de años para llegar al Senado o aun a la Cámara de Representantes, a menos que tengan un golpe de suerte o se conviertan en íntimos de los privilegiados. Y esta experiencia se repite en todas partes y en todos los sectores, no sólo en Bogotá sino peor aún en provincia, donde la estratificación social es aún mayor. Debe recordarse la anécdota de un gamonal costeño que llegó a reclamarle a un presidente colombiano que a qué horas se le había colado esa persona en el viceministerio de Agricultura sin que él se hubiera dado por enterado.

Pero también es injusto con los delfines porque los someten a unas grandes presiones. ¿Qué tal que no sean tan inteligentes como su papá, que no tenga esa personalidad de líder; que no sean grandes oradores? La presión es tal que no hace mucho alguien comentaba que no se puede creer que el hijo sea el padre, aunque tenga el mismo número de guarda espadas y la misma pose. Mientras siga esta tendencia, que tiene la bendición sobre todo de Rafael Pardo, ¿de qué movilidad social estamos hablando, de qué cambios se trata? Obligan a los delfines a seguir lo que hicieron sus padres, cuando lo más probable es que hayan cambiado las circunstancias, lacompañeros de colegio de todos ellos y de ella, cuando vean que probablemente, con mayores méritos personales, no tienen la más mínima posibilidad de alcanzar las posiciones que su congéneres tienen? Muchos tienen que esperar años de años para llegar al Senado o aun a la Cámara de Representantes, a menos que tengan un golpe de suerte o se conviertan en íntimos de los privilegiados. Y esta experiencia se repite en todas partes y en todos los sectores, no sólo en Bogotá sino peor aún en provincia, donde la estratificación social es aún mayor. Debe recordarse la anécdota de un gamonal costeño que llegó a reclamarle a un presidente colombiano que a qué horas se le había colado esa persona en el viceministerio de Agricultura sin que él se hubiera dado por enterado.

Pero también es injusto con los delfines porque los someten a unas grandes presiones. ¿Qué tal que no sean tan inteligentes como su papá, que no tenga esa personalidad de líder; que no sean grandes oradores? La presión es tal que no hace mucho alguien comentaba que no se puede creer que el hijo sea el padre, aunque tenga el mismo número de guarda espadas y la misma pose. Mientras siga esta tendencia, que tiene la bendición sobre todo de Rafael Pardo, ¿de qué movilidad social estamos hablando, de qué cambios se trata? Obligan a los delfines a seguir lo que hicieron

 

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