La primera rectora

Catalina Ruiz-Navarro
29 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

En el siglo XIX e inicios del XX, una reforma conservadora liderada por Mariano Ospina Rodríguez en 1844 hizo una distinción entre la educación que se daba a los hombres y a unas pocas mujeres. A ellas les enseñaban economía doméstica, urbanidad, dibujo, canto y medicina casera, pero jamás álgebra o geometría, necesarias para que se pudiesen desempeñar en cargos públicos, cuenta Martha Cecilia Herrera en Las mujeres en la historia de la educación. Esto era apoyado por Rufino José Cuervo, entonces gobernador de la provincia de Cundinamarca, quien en 1832 había escrito que esto prevendría a las granadinas de ser “sabias, ridículas y pedantes”.

En el siglo XIX unas pocas mujeres en las élites tuvieron acceso a educación privada, usualmente impartida por religiosas. No fue sino hasta las reformas liberales de los años 30 que el espectro se abrió. El decreto 227 de 1933 permitió que las mujeres tuvieran acceso a educación primaria y secundaria y abolió, al menos en el papel, los títulos diferentes para uno u otro sexo. Según la historiadora Aline Helg, solo el 8 % de las apenas 14.000 mujeres que tuvieron educación secundaria en 1938 estaban realmente preparadas para entrar a la universidad. Sin embargo, la educación normalista que se había hecho popular en este periodo fomentó la creación de establecimientos rurales en donde mujeres de estratos medios se desempeñaban como maestras: la nueva tercera vía entre ser costureras o entrar a un convento. Estas educadoras abanderaron la causa feminista en el Cuarto Congreso Internacional Femenino celebrado en Colombia en 1930. Solo hasta 1945 las mujeres tuvieron acceso a carreras de “Filosofía y Letras, Secretariado, Bacteriología, Delineantes, Servicio Social, Periodismo, Bibliotecología y Cerámica”.

Tuvieron que pasar 150 años para que una mujer, la profesora Dolly Montoya, fuera elegida como rectora de la Universidad Nacional. Esto rompe, de manera simbólica y efectiva, un pesado techo de cristal en la educación en Colombia. Esto es muy significativo para la educación pública, que es uno de los más importantes mecanismos de movilidad social en Colombia. Y marca un hito importante en la lucha por los derechos de las mujeres, pues nuestro acceso histórico a la educación se ha dado en la educación privada y religiosa, marcando brechas de clase aun más insalvables en las mujeres.

La tendencia mundial y de las universidades privadas en Colombia es que cada vez más mujeres ingresen a la educación superior. Aunque no necesariamente quiere decir que luego tendrán mejores trabajos o salarios, porque luego del acceso a la educación aguardan otros obstáculos como la discriminación laboral, la doble y triple jornada, las responsabilidades de cuidado incompatibles con las exigencias laborales y el acoso sexual. Esto nos dice que no se trata solo de garantizar el acceso de las mujeres a la educación, también es urgente que esa educación combata todas estas desigualdades de género.

En contra de esta tendencia, según cifras de 2015 del Observatorio Laboral para la Educación (OLE), del Ministerio de Educación Nacional, el número de mujeres que ingresaron durante los últimos años a la Universidad Nacional de Colombia ha mostrado un descenso sostenido. “Aunque el 51,6 % del total de aspirantes eran mujeres, mientras siete de cada 100 varones que aplicaron a la prueba fueron admitidos, la cifra para ellas fue de tres por cada 100 postulantes”. Además, “la participación de las mujeres entre el profesorado de la principal universidad pública del país en el 2014 era del 29 %, inferior al promedio de participación general de las mujeres como docentes de instituciones de educación superior en Bogotá, que para 2010 era del 34 %.”

En este contexto adverso, la llegada de una mujer a la Rectoría de la Nacional es doblemente meritoria, y abre la posibilidad a que la educación pública se piense en clave de género. Ojalá que la llegada de la rectora Montoya sirva para que la Universidad Nacional pueda también convertirse en lo que “son, quieren ser, esperan, necesitan y sueñan” las colombianas.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar