La resiliencia de 'El Bolillo'

Antonio Casale
23 de diciembre de 2012 - 06:15 p. m.

Respetado Hernán Darío Gómez:

La resiliencia es la capacidad que tienen las personas para sobreponerse a episodios de dolor emocional o traumas. La vida es perfecta y bella por donde la miremos. Todo tiene su momento, todo da la vuelta, todo se ajusta como debe ser. Cada uno es el resultado de lo que genera.

Hace poco más de un año estuve de acuerdo con que su salida de la selección fuera inmediata, como consecuencia de aquel bochornoso suceso. Pero no estuve de acuerdo, porque usted fuera mala persona, total, los periodistas a veces nos creemos jueces de la moral y no hay nada más alejado de la moral que creerse juez. Estuve de acuerdo, porque el líder de nuestra máxima representación de valores frente a la sociedad, la Selección, debe también ser ejemplo en todos los sentidos ante la sociedad.

Hoy, un año y medio después, usted se ha convertido en ejemplo de reivindicación. Pocos tienen el carácter necesario para reconocer sus errores, asimilarlos, vivirlos y sacar adelante su vida. Hoy, la vida le recompensa ese carácter y esa entereza con su subtítulo. Y no cualquier subtítulo, el que su equipo consiguió, bajo su liderazgo, es cinematográfico, digno de convertirse en tema central para una conferencia de motivación.

Debo confesarle que usted estuvo a punto de sacarme lágrimas de dolor, pues fue a mi equipo al que casi le arrebata la ilusión de ser campeón después de 24 años. Las lágrimas de felicidad que vi en el estadio difícilmente las volveré a ver en un escenario deportivo. Pero usted supo reconocer la derrota, con valentía y determinación, lo que enaltece aún más lo logrado por su equipo de guerreros.

También debo confesarle que la manera de jugar de su equipo no me agrada. Creo que el fútbol debe ser más generoso con el espectáculo, pero ahora entiendo que, por el contrario, ha respetado demasiado a sus rivales. Desde tiempos de su último paso por la Selección, creo que su estilo ha sido temeroso, pero ahora entiendo que esa es una manera de quitarse la presión, que al final, debe ser otro camino para asumirla, con más tranquilidad. En fin, es cuestión de gustos.

Pero también debo confesarle que me alegra por usted, porque la vida a todos nos embiste de cuando en cuando con situaciones inesperadas y dolorosas, pero la grandeza de los humanos se define por su capacidad de resiliencia, esa hermosa palabra que conocí en una de esas caídas, que, como la suya, fue dolorosa. Usted, hoy es un gran ejemplo de vida, gracias a su enorme capacidad de resiliencia.

 

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